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La innovación social, ¿prácticas para producir autonomía, empoderamiento y nueva institucionalidad?

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Artículo escrito con Helena Cruz, Ismael Blanco y Yunailis Salazar publicado en la Revista Internacional de Sociología (2019. Vol 77, No 2)

A partir del análisis del caso de Cataluña, este artículo contribuye al debate en torno a la innovación social, ofreciendo una visión general sobre el desarrollo de las prácticas socialmente innovadoras y preguntándose por su potencial transformador en tres dimensiones: 1) la creación de espacios de autonomía social; 2) el empoderamiento ciudadano (particularmente de colectivos y en territorios de especial vulnerabilidad social), y 3) el desarrollo de nuevas arquitecturas institucionales que promuevan y refuercen los derechos sociales y de ciudadanía. El artículo parte de una extensa investigación que ha combinado el mapeo de la innovación social, una encuesta online y distintas entrevistas semi-estructuradas con informantes clave. En el artículo se muestran las potencialidades y los límites de la innovación social como factor de transformación social y se señala, asimismo, la necesidad de crear las condiciones institucionales propicias para su generalización y su consolidación.

Acceso y descarga del artículo entero en: http://revintsociologia.revistas.csic.es/index.php/revintsociologia/article/view/1026

El papel de la innovación social frente a la crisis

FacebooktwitterredditArtículo publicado en la revista Ciudad y Territorio. Escrito junto  Ismael Blanco, Helena Cruz y Marc Parés y parte del trabajo de investigación realizado en la investigación «Barris i Crisi»

Blanco, I.; Cruz Gallach, H.; Martínez Moreno, R. & Parés, M. (2016). “El papel de la innovación social frente a la crisis”, Ciudad y Territorio, nº 188, pp. 249-260.

La innovación social es de clase media

FacebooktwitterredditArtículo originalmente publicado en Nativa.cat

Hemos escuchado con insistencia absurda que la crisis es una oportunidad. Si uno se para a contar las veces que ha oído eso es posible que sean tantas como el típico “¿qué tal va todo?” o incluso el “buenos días”. También es cierto que depende del numero de conferencias TEDx que hayas visto en directo o en youtube, en ese caso, el número se dispara a lo loco.

El sustento de esta afirmación a veces se decora con una argumentación bastante bizarra: “crisis, en japonés, también significa oportunidad”. He escuchado varias veces esa frase acompañada con un tono entre turbio y pedante. Algo tipo “no habías pensado en el japonés mientras ves cómo desahucian a la gente, verdad chaval?”. Creo que todos tenemos ese tipo de manías que, por su nivel de tontería, son inconfesables. Una de las mías es que no soporto cuando se acude a la etimología de otros idiomas para argumentar un proceso político de escala macro o cuando se empieza un texto con una definición de la RAE. Como si hubieran instituciones neutras que contienen dosis de verdad atemporales de las que puedes echar mano para explicar el carácter de una crisis sistémica. Es una tontería. Seguro que no todo el mundo que acude al japonés para analizar cualquier cosa es una mala persona. Manías.

El caso es que hace unos días me saludaba de nuevo esta frase. Fue durante una conversación con una de las personas que coordina el Hub Madrid, un espacio de trabajo compartido ubicado en el Barrio de las Letras. En esta ocasión, la frase salía para ser desmentida. La coordinadora de comunicación del Hub Madrid me decía: «que la crisis es una oportunidad muchas veces sirve para disfrazar los niveles de precariedad que padecemos quienes intentamos encontrar una forma de autoempleo digna. La crisis es lo que es, pero hacemos lo que podemos para poder vivir en todo tipo de condiciones». Hice tres pliegues con mi prejuicios, los apreté fuerte con las dos manos, me los tragué y seguí escuchando. Pensé que en este espacio de co-working de emprendedores sociales situado en un barrio céntrico encontraría el típico discurso insulso, de pensamiento feliz, acomodado y cargado de optimismo emprendedor. Y no fue así. Seguir leyendo La innovación social es de clase media

La revolución del común

FacebooktwitterredditTexto escrito para la web del CCCBLab sobre el ciclo «En comú» del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.

En común

El común, los comunes, la comunidad, el procomún, los bienes comunes, estos conceptos se han instalado de nuevo en nuestro imaginario y parece que están aquí para quedarse. Sin necesidad de escarbar demasiado sobre qué comparten o qué las diferencia, estas palabras conforman un lenguaje que entra en batalla con la dualidad de «lo público» y «lo privado», un escenario en plena asfixia, esclerótico, incapaz de responder al cambio de época que vivimos. Lo común nos desplaza a otra posición, un espacio desde el que señalar y actuar sobre la continua expropiación de recursos y modos de hacer que muchos creen que ya no nos pertenecen. Lo común recupera el hilo de las luchas que históricamente se han enfrentado a un régimen basado en la mercantilización del todo social; es un espacio de poder, de defensa, de reapropiación de la riqueza colectiva. Los abrazos fraternales entre lo público-estatal y lo privado-mercantil nos aplastan, ya va siendo hora de deshacer esta perversa historia de amor.

Como apunta David Harvey, la historia del capitalismo es la historia de una continua desposesión, un régimen basado en los continuos cercamientos de la producción social. Sin esa continua acumulación por desposesión, sin los decretos, rumbos institucionales y tácticas para cercar y extraer renta de la producción social, el régimen de acumulación capitalista no podría mantenerse. Para sucumbir a esta lógica del «mercado como regulador social», ha sido necesario un continuo intervencionismo estatal, el diseño de instituciones robustas que han convertido la vida misma en mercancía. Recursos naturales y medioambientales, saberes, culturas, formas de vida, incluso todo tipo de proyectos de futuro son pasto del ciclo de acumulación del actual capitalismo financiero, un régimen que valoriza y especula con cualquier potencia social. El endeudamiento ciudadano y la dilapidación de otros modos de vida posibles, esa es la base genética de un modelo que se sirve de la desposesión para perpetuarse.

Conocemos los límites de un modelo social pensado desde la propiedad pública y la propiedad privada, ahora lo común se sitúa como nueva hipótesis política.

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Revolución personal, coyuntural o estructural

Facebooktwitterreddittexto originalmente publicado en la columna “lotería de palabras” de Nativa.cat

 

1. Crisis del régimen democrático

Si algo parece haberse generalizado en todas las voces del arco político es que estamos frente a una crisis del régimen democrático. Ya sea mirando declaraciones públicas, recordando conversaciones privadas, leyendo titulares de periódicos o siguiendo el rastro de espacios contrainformativos, vemos que la existencia de una crisis institucional no es un tema abierto al debate, sino un hecho incuestionable desde el que se parte para enunciar una u otra cosa. Es una clara interiorización generalizada del “Democracia real ya”, ¿Cuánto hacía que una demanda producida en los cimientos del descontento colectivo tenía un impacto tan profundo en la agenda social y política?. La intuición política de la multitud nos ha regalado una sistema nervioso nuevo que por fin parece reaccionar a lo que realmente nos duele.

Diferente es cómo se afronta esa crisis. Diferente es la visión de futuro y la estrategia a seguir para empujar una revolución democrática. Dentro de ese aroma social más o menos cohesionado, podemos detectar acciones y tácticas para hacer efectivo un cambio institucional que expresa modelos sociales diferentes. Esta disparidad difícilmente podemos resolverla pensando aquello de en realidad estamos de acuerdo en el fondo pero no en la forma; si hablamos de democracia, fondo y forma son una misma cosa. Si bien la crisis del régimen democrático es un escenario político compartido, el disenso aparece en el cómo y el porqué se pone en marcha un cambio institucional. Para ilustrar de manera un poco impresionista que “la crisis del régimen democrático es un escenario compartido” pero que genera diagnósticos y visiones de futuro diferentes, comparemos un par de declaraciones de algunos representantes políticos aparecidas durante esta última semana.

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Acumulación por desposesión

Facebooktwitterreddittexto originalmente publicado en la columna “lotería de palabras” de Nativa.cat

Desposeídos de la cultura, desposeídos de la sanidad, desposeídos de la educación, desposeídos de la propiedad, desposeídos de nuestro cuerpo, desposeídos de nuestra dignidad, desposeídos de nuestros derechos, desposeídos de otra posibilidad. La historia del capitalismo es la historia de una continua desposesión, la historia de una continua extracción de aquello producido colectivamente. Sin esa continua acumulación por desposesión, sin los decretos, rumbos institucionales y tácticas capitalistas para cercar y extraer renta de la producción social, el régimen de acumulación capitalista no podría mantenerse. Esa es la esencia de un modelo injusto en su origen e injusto en su desarrollo histórico. Si bien el presente habla por sí solo, viajemos un momento a finales del siglo XV para situar sus inicios.

Es bien conocido cómo el paso de una economía feudal a una economía de base capitalista vino acompañado por un violento proceso bajo el que se expulsó a las clases campesinas de las tierras comunales, medio que constituía su principal fuente de supervivencia. Esto fue lo que Karl Marx describió en el El Capital como “acumulación originaria”, capítulo fundacional del capitalismo que dejaba patas arriba la supuesta “transición natural” que con tanta insistencia relataban los economistas liberales. A su vez, en el libro El Calibán y la bruja (Federici, 2004) la militante feminista Silvia Federici sitúa en el centro del análisis de la acumulación originaria las cacerías de brujas de los siglos XVI y XVII; la persecución y quema de mujeres que no querían aceptar su papel servil hacia el hombre fue tan importante para el desarrollo del capitalismo como la colonización y la expropiación del campesinado europeo de sus tierras. Como comenta Federici «la importancia económica de la reproducción de la mano de obra llevada a cabo en el hogar, y su función en la acumulación del capital, se hicieron invisibles, confundiéndose con una vocación natural y designándose como “trabajo de mujeres”» (Federici, 2004) . Desposesión y normativización de las tierras, desposesión y normativización de los cuerpos, desposesión y usurpación de otros modos de existencia.

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