Ayer salía en La Vanguardia un reportaje bastante oscuro donde se relacionaba vivir en común y tener una vida comunal con pagar un alquiler loquérrimo de entre 1.400€-1.900€/mes. Detrás de estos «comunales» no están los principios de los bienes comunes de Elinor Ostrom ni los deseos de Piotr Kropotkin, sino grandes empresas que basan sus modelos de negocio en mercantilizar las relaciones y la anomia. Para qué andarse con rodeos: a life style design bussiness accelerator.