posfordismo o explotación de la producción social

Facebooktwitterreddit

Texto escrito originalmente para el proyecto Doropedia -enciclopedia alternativa- de Producciones Doradas. Cada fascículo de Doropaedia se centra en un concepto diferente, compilando acepciones subjetivas elaboradas en textos, canciones, videos, etc. En este ocasión el concepto era posfordismo y mi propuesta se centró en resituar su significado, recuperando algunas ideas y algunas de las fuentes originales que lo acuñaron. La verdad es que no es muy subjetivo, pero es mío!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Por qué lo llaman posfordismo cuando quieren decir nuevas formas de extracción de riqueza y gobierno de la producción social?

El concepto posfordismo padece el síntoma de esa forma lineal de ordenar el conocimiento bajo la que se ha generado una inmensa lotería de palabras, etiquetando con prefijos y sufijos tanto períodos históricos como escuelas de pensamiento. Una fábrica de significantes que olvidan sus significados cuando son usados como mera consecuencia evolutiva del suceso anterior o como marco primigenio de lo que inmediatamente vendrá. Posfordismo, usado en desmesura y con tiros al aire, va camino de ese aplanamiento conceptual.

En su libro ‘Crisis de la clase media y posfordismo’ Sergio Bologna lamenta que hoy día, al hablar de trabajo, y “en especial en la prensa de actualidad que remite a la izquierda europea” se usen siempre los mismos términos para caracterizarlo: flexibilidad y precariedad. Con esto – comenta Bologna- se zanja todo análisis sobre esas cualidades del trabajo “sin preguntarse sobre cómo se ha producido, a partir de qué transformaciones de la economía, de qué cambios en la naturaleza y la organización del Estado, de qué nuevas tecnologías”. Con posfordismo no solo ha ocurrido algo similar, sino que se utiliza como estrofa para completar ese ritmo sesgado sobre el trabajo. La canción completa diría algo así como “El posfordismo ha generado trabajo precario y flexible”. Tras esta vaguedad que desdibuja el paradigma actual, vienen las demandas de creación de pleno empleo, proclamas por la vuelta al trabajo asalariado, la necesidad de contratos fijos e indefinidos y la posibilidad de volver a la lucha de clases, que, si bien como paquete de medidas para otra época sería buen plan, hoy parece fuera de toda órbita. El posfordismo no es cualquier cosa que ocurrió después del fordismo. Cuando autores como Benjamín Coriat o David Harvey lo acuñaron, este concepto situaba una serie de cambios que se produjeron sobre un régimen de acumulación capitalista que había sido hegemónico. Una serie de transformaciones sin retorno que evidentemente tendrían consecuencias en los tipos y cualidades del trabajo y que daban paso a nuevas formas de explotación de la producción social. Estas ideas que acompañaban al concepto se han ido deshilvanando, convirtiendo posfordismo en un formalismo que, al decir de Robert Jessop “se apoya en un mero prefijo temporal para distinguirse del fordismo” sin lograr ya expresar el paradigma al que apelaba. Vayamos pues a la génesis de estos procesos y, a poder ser, olvidémonos por un momento del significante.

Antes del fordismo, el capitalismo padecía un período de estancamiento, solo conseguía extraer beneficios vendiendo productos a sus propios depositarios, los capitalistas. Henry Ford –de cuyo modelo de producción nace el fordismo– planteó una ingeniosa solución. Los coches que salieran de su fábrica no solo debían ser comprados por los propietarios del capital sino que, sobre todo, debían ser asequibles para quienes los fabricaban, la clase obrera. Una clase, sin duda más numerosa, que a través de su salario en una cadena de montaje altamente reglamentada y optimizada podría comprar en masa aquello que ella misma producía. Como explica Robert Jessop, el régimen de acumulación fordista se basaba en ese consumo de masas y –entre otros elementos– en las economías de escala bajo las que cuanto más se producía, menores eran los costes del producto y más obreros podían comprar coches. La construcción del sujeto obrero será la base de la producción y la base del consumo, su horario laboral y no laboral alimentará el régimen de acumulación que intentará controlar y extraer beneficios de todo el ciclo vital del proletariado. Desde el período posterior a la Segunda Guerra Mundial hasta la década de los 60, el fordismo será el modelo dominante. A mediados de los 70, esto empieza a cambiar. Se inicia el proceso hacia una economía basada en el conocimiento, un proceso de profunda transformación precedido por un conjunto de cambios sociales, culturales y políticos. El nuevo modelo de producción también se fragua en una fábrica de coches, pero esta vez de origen japonés, donde incubará mucho antes que se implemente en Occidente.

En la década de los 50, después de pasar por una crisis financiera, políticas de austeridad, huelgas y la guerra de Corea, los talleres Toyota empezarán a implementar las técnicas de producción flexible empujados por los bancos que los financiarán en su declive. Para conseguir una subjetividad afín al espíritu de la empresa entre sus trabajadores, creará sindicatos internos y diseñará una robusta cultura corporativa. Esto provocará una fuerte identificación de la plantilla con la empresa, respondiendo a oleadas de pedidos producidos just in time sin exigir aumentos de sueldo. Como comenta Christian Marazzi, todos estos cambios supondrán la destrucción de la clase obrera, que ya no contará con sindicatos de sector que rebasen la empresa particular. Los tiempos de ocio y trabajo se desdibujarán y no solo la fuerza de trabajo tradicional, sino la capacidad cooperativa y productiva de los trabajadores más allá de los muros de la fábrica, serán presa del capital. Desde el fordismo al toyotismo, vemos cómo el capital va ampliando su territorio de explotación, en un avance predativo que va extrayendo plusvalías de esferas de producción social.

En Occidente, se atravesará una secuencia histórica similar décadas más tarde. Las políticas de austeridad neoliberales durante los 80s “mermaron la capacidad de absorción del mercado a causa de la reducción salarial y de la contratación del gasto social del Estado” (Marazzi), desdibujando el Estado de bienestar que daba base al modelo fordista. Las proclamas del movimiento del 68 ya habían dirigido su crítica al trabajo mecánico y alienante de la cadena de montaje, poniendo en crisis el modelo cultural fordista bajo expresiones como la imaginación al poder. Durante la crisis socioeconómica y política de los 70s se deshacen definitivamente los modelos productivos, organizativos, sociales y culturales que regían la época fordista. Es en este escenario donde un conjunto de procesos sociales, políticos y técnicos van a ir aplanando el terreno para que el nuevo régimen de acumulación flexible se ponga en marcha.  Procesos como la deslocalización, la externalización de la producción, el descontrolado avance de la globalización (que irá otorgarando mayor poder al capital financiero) así como la centralidad de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, dibujarán un nuevo paradigma donde recursos hasta entonces ajenos a los intereses del capital tales como la comunicación, la creatividad o la información serán considerados centrales. Como señala Emmanuel Rodríguez, “estas nuevas potencias valorizantes del trabajo (conocimiento, creatividad) serán difícilmente mensurables en cantidades discretas de tiempo-trabajo. La medida de la productividad que había compuesto la base de los acuerdos fordistas se esfuma al mismo ritmo que los resultados del trabajo pasan a depender de las cualidades intelectuales y afectivas del trabajador y de las condiciones que facilitan la cooperación social en la producción”.

Este nuevo régimen, caracterizado por su flexibilidad y su necesidad de innovación, buscará absorber las fuentes inagotables del I+D social, aquellos saberes y conocimientos generados por el cuerpo social en su conjunto. La fábrica posfordista ampliará sus muros allí donde se generen experiencias, gestos, lenguaje, iniciativa, en los confines de lo reproductivo. La vida misma es puesta a trabajar generando un valor que rebasa por completo la fórmula salario, una producción de riqueza inmensurable que -como muchos y muchas han argumentado con detalle- debe ser reconocida a través de un cambio en el régimen fiscal que faculte una renta básica, garantizada e incondicional para todo el mundo. Frente a estos posibles horizontes, siguen avanzando terreno los protocolos para cercar esa producción difusa, como la propiedad industrial o la propiedad intelectual así como la subsunción de proyectos de futuro bajo procesos de financiarización. Como decíamos, más que posfordismo, nuevas formas de extracción de riqueza y gobierno de la producción social.

Referencias:

Bologna, Sergio (2006) ‘Crisis de la clase media y posfordismo‘. Cuestiones de Antagonismo. Ed. Akal (Madrid)

Harvey, David (2007) ‘Espacios del capital. Hacia una geografía crítica‘. Cuestiones de Antagonismo. Ed. Akal (Madrid)

Marazzi, Christian (2003) ‘El sitio de los calcetines: el giro lingüístico de la economía y sus efectos sobre la política‘. Cuestiones de Antagonismo. Ed. Akal (Madrid)

Rodriguez, Emmanuel (2010). ‘Commonfare o Barbarie‘ en Swarm Web Journal dedicado a la renta básica http://swarm-webjournal.info/articulo/commonfare-o-barbarie

11 comentarios sobre “posfordismo o explotación de la producción social”

  1. Escribo las frases que me vinieron a la cabeza según leía esto

    – si fuese objeto, sería objetivo pero como soy sujeto, soy subjetivo

    – la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo

    – los árboles no dejan ver el bosque

    Venía de rebote desde la extinta YP y ahora me he aclarado un poco mejor. No hay nada más fácil que construirse un mundo intelectual donde uno es dueño y señor de la verdad y aquí se lleva bastante camino recorrido por este lado. No seré yo quien me interponga pero permítame tan solo copiar y pegar aquí parte de un artículo con cuatro razones por las que falla el capitalismo

    First, it fails when market competition breaks down, whether because of natural monopolies (in infrastructure), externalities (often related to the environment), public goods (such as basic scientific knowledge), or asymmetric information (in financial fraud, for example).

    Second, it can easily turn into unacceptable inequality. The reasons are legion: luck; aptitude; inheritance; winner-takes-all-markets; fraud; and perhaps most insidiously, the conversion of wealth into power, in order to gain even greater wealth.

    Third, self-interest leaves future generations at the mercy of today’s generation. Environmental unsustainability is a gross inequality of wellbeing across generations rather than across social classes.

    Fourth, self-interest leaves our fragile mental apparatus, evolved for the African savannah, at the mercy of Madison Avenue. To put it more bluntly, our sense of self-interest, unless part of a large value system, is easily transmuted into a hopelessly addictive form of consumerism.

    Esto no aparece en ningún panfleto ecologista sino en el mismísimo Financial Times de hoy, en un artículo de Jeffrey Sachs en el que analiza sucíntamente y sin tanta palabrería alguno de los males del capitalismo. No recuerdo haber leído ninguna publicación de izquierdas donde la autocrítica llegue a ese nivel. ¿Aprenderá alguna vez esa izquierda la lección? ¿Se dará cuenta que por este lado les ganaron la partida y les queda mucho camino por recorrer? ¿Llegarán a ver la mucha fuerza que ganarían si se criticasen a ellos mismos con el mismo empeño que critican a los de la acera de enfrente? Este sería un buen tema para un artículo que seguramente nunca escribirá.

    Saludos que no falten

  2. jajaja..madre mía Rafael, usted no venía «de rebote» sino más bien «rebotado», pero veo que el estilo no lo ha perdido por el camino. No voy a listar todas las cosas que me han venido a la cabeza cuando leía su comentario, pero sí tal vez una: hay enfermedades que se curan leyendo. Y no sé si la prensa diaria va a ser la píldora, pero decir que las izquierdas no han llegado al nivel de autocrítica que se puede encontrar en el Financial Times, créame, está al borde del delirio.

    Le sugeriría que leyera «el nuevo espíritu del capitalismo» de Boltansky & Chiapello y a raíz de ahí comentáramos de nuevo la jugada, pero viendo su compromiso con el señor Sachs temo que la nuestra va a ser una empresa difícil. Sobre el artículo en cuestión, es curioso que Jeffrey Sachs detecte tantos «errores» y eso no le lleve a analizar las anomalías históricas y estructurales del capitalismo, aunque, no me extraña, eso es un trabajo que probablemente consideren que debe hacer «gente de izquierdas», cierto?. Entre los refranes y el análisis así como entre el lamento y la crítica hay un universo, celebro que para usted sean lo mismo, el mundo debe ser muy sencillo visto con sus gafas. Y supongo que esas mismas gafas son las que le animan a detectar una izquierda formada por «ellos»; sinceramente, tanta claridad me tiene abrumado.

    Tengo preparados algunos posts sobre «la libertad», una serie que espero sea larga y costosa de escribir. Empezaré con una película, «Rebelión a bordo». Estoy seguro que nos lo pasaremos pipa, aunque no sea el artículo que usted espera 😉

    Saludos
    Rubén

  3. No suelo estar rebotado con gente que no conozco personalmente y desde luego no lo estoy con usted. En cualquier caso, si lo estuviese, me pregunto como estará respecto a mí alguien que dice que estoy cerca del deliro por lo que he escrito.

    Lo que me parece raro es criticar de tal modo el capitalismo y decir por su parte que no se haya analizado, al menos brevemente porque es un artículo, no lo olvidemos, «las anomalías históricas y estructurales del capitalismo». En lo que ha escrito ese señor, con el cual por cierto no tengo ningún compromiso (eso es algo que usted pone en mí sin haberlo y cuando se me prejuzga de tal modo sin motivo sí que me temo que no tenemos nada que decirnos) yo solo veo anomalías estructurales, en particular en el primer párrafo, desde la misma base.

    En la parte de «Entre los refranes…»hasta «… tanta claridad me tiene abrumado. » usted hace una serie de valoraciones que no justifica ni razona. No tengo ni idea de donde se saca por ejemplo eso de que yo he detectado una izquierda formada por «ellos» cuando ni siquiera sé a qué ellos se refiere. Supongo que son argumentos sacados de otros libros que usted ha puesto en mí sin que yo haya dicho nada al respecto. Mientras ponga en mí palabras que yo no he dicho o haga valoraciones que no puede justificar, repito de nuevo que no tendremos nada que decirnos. Entiendo muy bien, eso sí, «que se lo pase pipa» conmigo o con cualquiera que pase por aquí, si usted solo se dedica a hacerles decir lo que usted quiere que digan. No hace falta que le diga en qué queda usted al dedicarse a semejante tarea.

    He leído en scribd la introducción del libro que recomienda. Nunca discutí o pretendí discutir que dentro de la izquierda se discuten (o como dirían ustedes, «se ponen en crisis», esto parece sonarles mejor) sus planteamientos o se intentan adecuar a la realidad pero ahí, por ejemplo, para empezar, se habla del «insaciable capitalismo». ¿Podría indicarme un artículo o libro de izquierdas donde se empiece hablando sobre «el insaciable izquierdismo» que «has mostly shed its moral constraints» (cito el artículo de Sachs; copio y pego el resto al final)? Solo así se podría estar a la par.

    Saludos

    For these reasons, successful capitalism has never rested on a moral base of self-interest, but rather on the practice of self-interest embedded in a larger set of values. Max Weber explained that Europe’s original modern capitalists, the Calvinists, pursued profits in the search for proof of salvation. They saved ascetically to accumulate wealth to prove God’s grace, not to sate their consumer appetites.

    Keynes noted the same regarding the mechanisms underpinning Pax Britannica at the end of the 19th Century. As he put it, the economic machine held together because those who ostensibly owned the cake only pretended to consume it. American capitalism, more secular and less patriotic, created its own vintage of social restraint. The greatest capitalist of the second half of the 19th century, Andrew Carnegie developed his Gospel of Wealth, according to which the great wealth of the entrepreneur was not personal property but a trust for society.

    Our 21st century predicament is that these moral strictures have mostly vanished. On the one hand, the power of self-interest is alive and well and is delivering much that is good, indeed utterly remarkable, at a global scale. Former colonies and laggard regions are bounding forward as technologies diffuse and incomes surge through global trade and investment.

    Yet global capitalism has mostly shed its moral constraints. Self-interest is no longer embedded in higher values. Consumerism is the world’s secular religion, more than science, humanism, or any other -ism. “Greed is good” is not only the mantra of a 1980s Hollywood moral fable: it is the operating principle of the top tiers of world society.

    Capitalism is at risk of failing today not because we are running out of innovations, or because markets are failing to inspire private actions, but because we’ve lost sight of the operational failings of unfettered gluttony. We are neglecting a torrent of market failures in infrastructure, finance, and the environment. We are turning our backs on a grotesque worsening of income inequality and willfully continuing to slash social benefits. We are destroying the Earth as if we are indeed the last generation. We are poisoning our own appetites through addictions to luxury goods, cosmetic surgery, fats and sugar, TV watching, and other self-medications of choice or persuasion. And our politics are increasingly pernicious, as we turn political decisions over to the highest-bidding lobby, and allow big money to bypass regulatory controls.

    Unless we regain our moral bearings our scope for collective action will be lost. The day may soon arrive when money fully owns our politics, markets have utterly devastated the environment, and gluttony relentlessly commands our personal choices. Then we will have arrived at the ultimate paradox: the self-destruction of prosperity at the very moment when technological knowhow enables sustainable prosperity for all.

  4. Bueno, bueno, ya veo que habrá que matizarlo todo. Comentaba que «el decir» estaba al borde del delirio, no era un ataque personal, era sobre lo que afirmaba su comentario. No voy a hacer ataques personales injustificados ni en este blog ni en ningún sitio, eso seguro. Respecto a el «ellos» estaba incluido en una de sus preguntas: «¿Llegarán a ver la mucha fuerza que ganarían si se criticasen a ellos mismos con el mismo empeño que critican a los de la acera de enfrente?«. No me invento nada, sólo interpreto, algo que hago a diario, como todo ser pensante. Pero vamos, que ahí queda lo escrito, creo que no hace falta darle muchas vueltas a este tema. Una curiosidad antes que nada. Voy a usar el lenguaje, los conceptos y las ideas que conozco y con las que expreso lo que quiero expresar, si «poner en crisis» o «extracción de riqueza» o «explotación de la producción social» es algo que le chirría por no conocer su origen, encantado de dar referencias. Si cree que es una cuestión de estilo, formal..en serio, estas cosas del lenguaje «comprensible» lo dejé de escuchar en primaria, aunque lamentablemente sigo oyéndolo y me aburre tremendamente. Sinceramente, no creo que nada de esto sea muy exótico, más bien es un poco de perogrullo y tal vez nos lo podemos ahorrar. A partir de aquí, si le parece, nos podemos tutear, emplear un tono más calmado y comentar sobre lo sustantivo y no sobre lo anecdótico.

    Total, vayamos al tema, que es lo interesante. En el libro de Boltansky y Chiapello se contextualiza con rigor médico cómo ciertas proclamas de izquierdas o promovidas por movimientos ecologistas, feministas, contraculturales, etc. fueron inspiración para el nuevo modelo de producción capitalista, el que se establece bajo lo que se denomina régimen de acumulación flexible. Entre otros tantos elementos, la desaparición de las divisiones entre «tiempo de trabajo» y «tiempo de ocio» –flexibilidad laboral– y el control directo de aquellas organizaciones sociales que en otro momento defendían los derechos de los/as trabajadores/as (sindicatos) fueron temas centrales. Por decirlo rápido, Boltansky y Chiapello analizan críticamente cómo ciertos movimientos de izquierda (mayo 68) se empecinaron con reivindicaciones de carácter más abstracto («la imaginación al poder») dejando atrás reividicaciones sociales más concretas. Las ideas de Boltansky y Chiapello han sido cuestionadas a su vez por Maurizio Lazzarato y mucha otra gente, de izquierdas y derechas. Lazzarato viene a decir que el capitalismo no tenía que inspirarse ni en el Mayo del 68 ni en nada parecido puesto que ya tenía su propio relato construido, el emprendedor del economista austríaco J.A Schumpeter. Entiendo que al ser una crítica al libro de B&Ch, el artículo de Lazzarato puede ser un poco complicado, pero creo que a media lectura una ya está más o menos situado. Podría haber empleado estas referencias para dar una perspectiva diferente de lo que explico en mi textito –tremendamente corto, recordemos– pero tiré por otro derroteros, básicamente por tener otros objetivo en mente (definir el origen del concepto «posfordismo»). Aquí el artículo de Lazzarato, corto pero muy afilado. http://eipcp.net/transversal/0207/lazzarato/es

    Respecto al artículo de Sachs, concluye con algo más que el conocido refrán «el capitalismo no es el problema, nuestra actitud es el problema»? Lo digo sin ironía alguna, tal vez es más rico en conclusiones y esa idea central las eclipsa o demasiado corto para alcanzar a decir algo más.

  5. De acuerdo, tuteemonos pero no me pidas calma, yo siempre la he tenido.

    Sigue sin tener sentido tu comentario sobre el ellos. No sé a qué viene aislarlo así porque yo siemplemente me refería a la gente de izquierda. Si hubiese estado hablando de centollos también habría usado un ellos, referido a los de su especie. Dices que interpretas de ese modo mi frase pero esta no puede ser nunca una patente de corso para extraer de lo que dicen los demás lo que nos de la gana.

    Un buen refrán cuenta a veces más verdades que muchos análisis de cientos de páginas. La verdad no se oculta ni tras proverbios ni tras sesudos libros académicos, está donde está (aunque se suele haber marchado en cuanto creimos haberla visto en ese lugar pero bueno…este es otro tema)

    “poner en crisis” o “explotación de la producción social” no me chirrían por no conocer su origen, me chirrían porque en vuestros textos en YP están fuera de lugar y son una manera artificiosa de hablar. Da la impresión que no te das cuenta de la logomaquia en la que te ese tipo de expresiones te enmarañan al escribir. No me des referencias entonces, intentar hablar con la claridad (la cortesía del filósofo) con la que yo intento hablar es más que suficiente.

    No citas ninguna publicación o artículo de izquierdas donde figuren palabras equivalentes a las que tan claramente Sachs ha escrito y confirmas entonces lo dicho por mí. Tus comentarios sobre Boltansky y Chiapello son en cierto modo una manera de corroborarlo. El capitalismo ha sobrevivido y sobrevivirá todavía bastante más por su capacidad para asimilar a los críticos y engordar así un poco más. Sobre esto ya he escrito en YP y no quiero repetirme. Cuando hasta el presunto 15-M (meramente un bluff mediático pero son los que más ruido han hecho ultimamente) es burgués hasta la médula (como así es http://alturl.com/3fijp ) y hoy en día, ya se sabe, «los locos van voluntariamente al manicomio» (Nietzsche; salvando todas las distancias que sin duda hay que salvar, ¿las comunas y lo que es en su mayor parte una vida al margen de los antisistema, no son un buen ejemplo de eso?) ¿Qué queda? ¿Sociólogos o politólogos a solas con su logomaquia en su web, disfrutando del espejismo de publicabilidad que esta les da? En YP mencionábais la presunta crisis sistémica que tenemos pero cuando la eurozona, la que peor está, va a crecer de media algunas décimas en uno de los peores momentos, francamente, no se comprende de qué estais hablando.

    Por otra parte, tanto si hay capitalismo como si triunfase otra vez cualquier revolución, esto sería así en ultima y en primera instancia porque hay personas que activa o pasivamente las apoyan. No veo que por este lado pierda fuerza el artículo de Sachs

    Saludos

  6. Añadir tan solo que me merecen todos los respetos los diálogos sobre teoría política en los que tú estás mucho más ducho que yo pero me parecen discusiones bizantinas y no podré participar en ellas contigo. Me pareces una persona muy ideologizadada y en parte esto te obliga a hacer saltos conceptuales en el aire que creo que son a evitar. El capitalismo antes de Henry Ford por ejemplo no » …solo conseguía extraer beneficios vendiendo productos a sus propios depositarios, los capitalistas». Las hilaturas de Manchester no trabajaban para los cuatro ricos capitalistas que las montaron, creaban productos mucho más baratos para una clase media que se hacía cada vez más grande y que fue mejorando su nivel de vida durante ese siglo (en parte explotando también a las colonias; no seré yo quien oculte la cantidad de mierda que acumula el capitalismo). Los métodos de Ford, sin duda criticables, sin embargo ayudaron a que también los obreros participasen de esa riqueza.

    Hay bastantes incongruencias así en lo que escribes pero en cualquier caso, como digo, no quiero entrar en discusiones que ya fueron zanjadas por ti hace mucho y difícilmente te queda ninguna duda. A cualquier meteorito del espacio exterior que aterrice por aquí le respetarás y no entrarás en ataques personales pero le tomarás, tal y como ya me has dicho y como no podía ser menos, por un ser delirante. Tienes creado y bastante pulido ya todo un pequeño mundo de ideas a través de las que ves el mundo. Como toda idea, es en parte verdad y en parte mentira y siempre podrás agarrarte a la parte que flota sobre el agua para salir bien parado en cualquier circunstancia. Por mi parte considero al ser humano un naúfrago que nació para nadar en el mar, no para recoger unos cuantos restos del naufragio e intentar hacer con su parte flotante una islita en la que poder vivir sin nadar y dedicarse luego a recoger más y más troncos flotantes. La fuerza del capitalismo, como ya dije, le viene en parte de que hay muchos más nadadores ahí que en el lado contrario.

    No quiero mentarte a la bicha pero permíteme terminar recomendándote el excelente «Los enemigos del comercio» de un muy poco sospechoso de militancia pro-capitalista, Antonio Escohotado. Se puede leer como una crónica de ese permanente hacer y deshacer de islas que ha sido la historia y a dónde nos lleva no querer ser lo que somos, aquello para lo que hemos nacido: nadadores.

    Un saludo

  7. Casa de citas

    «El que lo sabe no lo dice, el que dice demasiado es que no lo sabe»
    proverbio japonés

    «La inteligencia no puede ponerse al servicio de nada sin abdicar de sí misma»
    Ignacio Sánchez Cámara

    «Si tout n’est pas bien, tout es passable»
    Voltaire

    «Todo lo que se puede decir, se puede decir con claridad»
    Wittgenstein

    «quien no puede poner su voluntad en las cosas, pone al menos un sentido. Es decir, cree que un sentido ya está en su interior»
    F. Nietzsche

    «…nunca antes ni después fue la vida tan plena de significados. Tuvieron la grandeza de un hermoso error por encima de la podrida verdad»
    Schrödinger «Mi concepción del mundo»

    (en la vida unos prefieren lo podrido, lo nauseabundo y tan solo esperan no terminar envenenados por ello; el resto se inclinan por lo hermoso, lo grandioso, lo lleno de significado… Nosotros dos elegimos bando hace mucho. Solo queda desear suerte entonces)

  8. – El emperador va desnudo – dijo el niño insolente.

    Éste, mientras tanto, reía satisfecho en silencio y se decía para sus adentros: «este pobrecito incauto todavía no se ha enterado o no se quiere enterar que voy vestido a la última moda, que mi propia piel es mi vestimenta. Haga lo que haga y piense lo que piense, jamás podré ir desnudo»

  9. Rafael, como tal vez sabrás, el capitalismo se instauró después de varios siglos de lucha de clases. Dineros y mercados han habido siempre, pero el capitalismo usa esos mismos medios bajo un sistema voraz, desequilibrado y que tiende a entrar en crisis. Con su nacimiento, el capitalismo eliminó uno de los modelos de propiedad fundamental para la libertad popular: los bienes comunales. Esos commons eran tierras y recursos que permitían el acceso de las clases más pobres a medios de existencia y producción. Hay un montón de autores y autoras (sociólogos, economistas, historiadores, antropólogos) que explican esto con detalle e incluso para sorpresa de muchos, a día de hoy todavía existen algunos catedráticos de economía –pocos, claro– que siguen reflexionando partiendo de esos hechos. La historia del capitalismo es la historia de la desposesión de libertades, medios materiales y formas de existencia de las clases populares. Esa misma historia ya archiva diversas crisis que siempre se solventan con nuevos cercamientos, con nuevas formas de depredación social; ahora, como describe con detalle David Harvey, estamos en plena «acumulación por desposesión». Mucho hay que abstraerse para no notar en la propia carne los alocados procesos de privatización, financiarización y endeudamiento social masivo. Me interesan estos análisis porque son los más extensos, detallados y rigurosos de todos los que he leído, por lo que, en este texto, hago una brevísima reflexión sobre un concepto supuestamente «neutro» –posfordismo– que se suele usar para describir un «proceso evolutivo del capitalismo» pero que, en realidad, es un capítulo más de los cercamientos capitalistas de la producción social.

    Verse obligado a reconocer que Henri Ford era un tipo majo, listar refranes, decir que la eurozona va a crecer algunas décimas, en fin, seguro es muy colorista, pero dudo que venga al caso de lo que realmente importa. Por que dudas tengo muchas, pero los relativismos, ambigüedades y paternalismos, no es que no me interesen, es que me dan una pereza tremenda. No sé si en bandos diferentes, pero se hace evidente que tenemos intereses y objetivos muy diferentes, así que no lo alarguemos más. Por supuesto, suerte y saludos!

  10. Me ha gustado el artículo, he llegado a él a través de google y me ha alegrado descubrir que lo habías escrito tú, aunque lo cierto es que sigo un poco desorientado en lo que al concepto se refiere. No sé, quizás abarca demasiado y al ser un ismo lo asocio a ideología cuando en realidad parece ser una descripción de los acontecimientos que refieren a una época determinada… o quizás es que la palabra en sí no me gusta. Fordismo implica una ideología concreta, postfordismo implica lo que viene después de esa ideología, pero, independientemente del sentido que se le haya dado o que se le esté dando, la palabra no concreta nada, pero eso ya son gustos.
    Buenas noches

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *