La innovación social es de clase media

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Artículo originalmente publicado en Nativa.cat

Hemos escuchado con insistencia absurda que la crisis es una oportunidad. Si uno se para a contar las veces que ha oído eso es posible que sean tantas como el típico “¿qué tal va todo?” o incluso el “buenos días”. También es cierto que depende del numero de conferencias TEDx que hayas visto en directo o en youtube, en ese caso, el número se dispara a lo loco.

El sustento de esta afirmación a veces se decora con una argumentación bastante bizarra: “crisis, en japonés, también significa oportunidad”. He escuchado varias veces esa frase acompañada con un tono entre turbio y pedante. Algo tipo “no habías pensado en el japonés mientras ves cómo desahucian a la gente, verdad chaval?”. Creo que todos tenemos ese tipo de manías que, por su nivel de tontería, son inconfesables. Una de las mías es que no soporto cuando se acude a la etimología de otros idiomas para argumentar un proceso político de escala macro o cuando se empieza un texto con una definición de la RAE. Como si hubieran instituciones neutras que contienen dosis de verdad atemporales de las que puedes echar mano para explicar el carácter de una crisis sistémica. Es una tontería. Seguro que no todo el mundo que acude al japonés para analizar cualquier cosa es una mala persona. Manías.

El caso es que hace unos días me saludaba de nuevo esta frase. Fue durante una conversación con una de las personas que coordina el Hub Madrid, un espacio de trabajo compartido ubicado en el Barrio de las Letras. En esta ocasión, la frase salía para ser desmentida. La coordinadora de comunicación del Hub Madrid me decía: «que la crisis es una oportunidad muchas veces sirve para disfrazar los niveles de precariedad que padecemos quienes intentamos encontrar una forma de autoempleo digna. La crisis es lo que es, pero hacemos lo que podemos para poder vivir en todo tipo de condiciones». Hice tres pliegues con mi prejuicios, los apreté fuerte con las dos manos, me los tragué y seguí escuchando. Pensé que en este espacio de co-working de emprendedores sociales situado en un barrio céntrico encontraría el típico discurso insulso, de pensamiento feliz, acomodado y cargado de optimismo emprendedor. Y no fue así.

Pero tampoco pude dejar de pensar en quien me lo decía. Tenía delante a una persona cualificada, con estudios universitarios avanzados, que había realizado tareas de comunicación para diversas empresas e instituciones. Una persona parecida a mi. Pensé que esa capacidad crítica sobre un discurso que intenta desplazar las condiciones reales bajo las que alguien se lanza a emprender no ha sido accesible para todo el mundo. Que, de hecho, hay gente que ni tan solo puede plantearse la posibilidad de emprender y que eso de la crisis es una oportunidad puede operar de muchas maneras. Es lógico que alguien que ha sido desposeído, no ya de su posibilidad de movilidad social, sino de aquellos recursos básicos que sustentaban su vida, no le quede otra que pensar que la crisis tiene que ser una oportunidad. Muchas veces olvidamos que creímos ser clase media y que eso sigue afectando en cómo miramos nuestro entorno. Muchas veces se nos pasa por alto que no todos y todas somos iguales y que es un poco tramposo pensar que realmente podemos colaborar entre pares.

En un momento de crisis en el que se incrementan las desigualdades sociales, las instituciones públicas suelen apelar al fomento de los procesos de emprendeduría social y de innovación social como vía para paliar los efectos de la crisis. A quienes tenemos una mínima posibilidad de ser “emprendedores” ya que, por lo menos, podemos explotar nuestro capital social y cultural acumulado, este discurso nos puede sonar ambivalente, confuso, pero también seductor. No se trata de abrazar las dinámicas de oferta y demanda del mercado como si fueran mecanismos neutros y democráticos, pero tampoco de contemplarlas de manera distante como el que mira una fogata. Si ni mercado ni Estado han sido capaces de resolver necesidades sociales básicas, si ni una ni otra esfera han conseguido garantizar derechos universales o mecanismos de redistribución sino más bien erosionarlos, la solución tal vez pase por formar parte de prácticas con un fuerte compromiso social. Sumarse a ese grupo agroecológico, defender el uso de la bici para ir de casa a la oficina, formar parte de esa cooperativa de energía renovable o tener una cuenta en la banca ética. Hay otras formas posibles de institucionalidad social en este tipo de prácticas, unas que prometen ser más sostenibles y que lograrán paliar los efectos sociales y ecológicos del antiguo paradigma. Pero ¿realmente pueden estos procesos de innovación social afrontar los impactos de la crisis? ¿de qué impactos hablamos exactamente? ¿todos tenemos las mismas necesidades básicas?

Preguntas parecidas son las que han guiado una investigación en la que he tenido oportunidad de colaborar. Una investigación titulada Barris i Crisi, centrada en analizar las dinámicas de la crisis en Cataluña. El objetivo de esta investigación es doble. Por un lado, analizar los diferentes impactos que ha podido tener la crisis en diferentes barrios del territorio catalán. Por otro lado, analizar las prácticas sociales que han querido dar respuesta a esos impactos. Algunos de los resultados son un poco estremecedores y están íntimamente relacionados con aquellas demandas sociales que la antigua clase media tenemos capacidad para resolver y aquellas que no.

Uno de los elementos que incide en los procesos de segregación social en el territorio urbano es el acceso a renta. La capacidad de cada individuo o unidad de convivencia para elegir en qué lugar de la ciudad queremos vivir está en gran parte determinada en función de nuestra renta económica. En ese sentido, la renta urbana actúa como factor de segregación social, dotando de mayor libertad de elección en el uso del espacio urbano a ciertos grupos sociales pudientes a la vez que actúa como dispositivo de control respecto a la movilidad residencial de las comunidades más desfavorecidas. Esta investigación nos ha permitido analizar de manera bastante clara la desigual distribución territorial de los impactos sociales de la crisis. A partir de esta investigación, se resalta el carácter estructural y metropolitano de la segregación urbana –la distribución no homogénea de diferentes grupos sociales en el territorio– y cómo el efecto de la burbuja inmobiliaria no ha hecho más que incrementar esta distribución territorial desigual. Esto significa que la crisis no solo afecta más a unas personas que a otras, sino que se ha incrementando la distancia entre los barrios donde viven grupos sociales con más recursos y los barrios más desfavorecidos. No es de extrañar que esto ocurra en regímenes urbanos capitalistas que favorecen los procesos de segregación social en el territorio, pero parecía necesario destacar esas evidencias con datos empíricos.

Una vez teníamos esos datos, comparamos este análisis de la segregación urbana en contextos como el área metropolitana de Barcelona con un mapeo de prácticas de innovación social situadas en el territorio, es decir, bancos de tiempo, huertos urbanos, grupos locales de energía renovable, grupos de consumo, espacios autogestionados, etc. Al comparar esa distribución de diferentes perfiles socioeconómicos en el territorio barcelonés con los lugares donde se localizan ese tipo de prácticas de innovación social, aparece una conclusión reveladora. Los lugares donde se concentran estas prácticas socialmente innovadoras no son los lugares donde reside la gente más rica o la gente más pobre. La gente más rica no tiene necesidad de innovar socialmente y la gente más pobre no tiene recursos para responder de manera autónoma a sus necesidades. A esta explicación le acompaña una conclusión paralela que hemos visto en la investigación: esos procesos de innovación social son una cosa de la clase media. O, dicho de otra manera, la (antigua) clase media tenemos capacidad para organizarnos y resolver algunas demandas sociales, pero no los problemas más perseverantes que actúan de manera estructural.

La capacidad de acción de emprendedores sociales y de los procesos de innovación social tienen un techo muy claro, sobre todo cuando hablamos de garantizar las condiciones de vida de toda la ciudadanía o cuando nos enfrentamos a los efectos que han producido la falta de mecanismos de redistribución que aseguren unas condiciones iguales para todos y todas. Creo que más que grandes conclusiones, esto hace más complejo nuestra tendencia a pensar que “la crisis agudiza el ingenio”, que “la crisis es una oportunidad” o que “la inteligencia colectiva puede responder demandas que ni mercado ni Estado son capaces de resolver”.  Muchas veces olvidamos que venimos de ser (o de creer ser y pensar como) clase media y que sin instituciones públicas que garanticen derechos universales y mecanismos de redistribución, solo podremos solucionar demandas parciales o diseñar algunos parches de alcance limitado. Es ridículo negar la sociabilidad que puede producirse en un huerto urbano, pero no imagino una innovación social con mayor capacidad de transformación que la puesta en marcha de verdaderos mecanismos de redistribución.

16 comentarios sobre “La innovación social es de clase media”

  1. Yo prácticamente nunca he trabajado y tampoco tengo dinero pero si mañana enfermo, me roban o necesito educar a mi hijo, si lo tuviese, esta sociedad correrá con todos los gastos. Hablar de «falta de mecanismos de redistribución» cuando solo gracias a ese sistema de redistribución de recursos yo tengo todo eso resuelto, dicho con todos los respetos, me parece vivir en un mundo inventado que solo existe en tu imaginación.

    Mañana si quisiesen todos podrían dejar de comprar coches, iphones… y ponerse a cultivar un huerto, cooperar en un banco de tiempo, dejar de trabajar… La mayoría no lo hace por una mezcla de inercia, vanidad, irresponsabilidad, estupidez y egoísmo pero según tú, el cambio tendría que venir desde arriba, como si no tuviésemos ya suficientes leyes, libros, canciones, programas dominicales de radio… en ese cielo de buenas intenciones promoviendo, al menos de palabra, todo lo bueno que nos podamos imaginar. Viendo sobre qué sustrato trabajan esas buenas intenciones verbales no es difícil prever los resultados.

    La experiencia de Venezuela por ejemplo es ilustrativa. Si allí vas al supermercado estatal con 100 bolívares te llevas 400 o 500 en productos, si gastas eso en gasolina te llevas 100000, todo gracias al estado y sus mecanismos redistribuidores de riqueza y control que llegan incluso a marcarle al empresario el nivel máximo de ganancias. En el mundo maravilloso que sueñan sus dirigentes la gente no abusaría de esas ventajas. En el mundo real allí hay un mercado secundario de mercancías y un contrabando monumental que no existiría si por cada 100 bolívares te llevases otros cien de productos. Imaginémonos ahora que mañana Carrefour, Alcampo… hace lo mismo en España gracias a un gobierno redistribuidor de las rentas de los más ricos de modo que podemos llevarnos 5 veces más productos con el dinero que tenemos ahora. Los que ahora participan en bancos de tiempo y tienen un huerto se llevarían lo que les corresponde o van a consumir pero ¿puede alguien creerse que el resto (la gran mayoría) no haría lo mismo que hacen allí? Una vez hemos gastado los cientos de miles de millones de los que más tienen, ¿qué hacemos?.

    1. Hola Rafael,

      Si analizas con detenimiento cómo operan los mecanismos de redistribución a nivel metropolitano no tendrás que acudir a opiniones sin una base empírica sensata. Te recomiendo que mires las cifras del Idescat (por ejemplo) y veas los recursos que tiene ciudadanos y ciudadans de Nou Barris, uno de los distritos más desfavorecidos de Barcelona. En los estudios que enlazo en el artículo también hay mucha información sobre esas cuestines.

      Respecto a más o menos Estado, me remito a los comentarios que hay en Nativa.cat bajo este mismo artículo que creo son interesantes: http://www.nativa.cat/2014/10/la-innovacion-social-es-de-clase-media/

      Saludos,
      Rubén

  2. por cierto, lo de crisis = peligro + oportunidad, si no me equivoco, lo empezó a popularizar Kennedy en un discurso y no se refería al japonés sino al chino. Quizas te guste saber que las cosas en realidad no son exacatamente así. Copio y pego unas frases de esta página http://www.pinyin.info/chinese/crisis.html donde lo explican todo más en detalle

    «While it is true that wēijī does indeed mean “crisis” and that the wēi syllable of wēijī does convey the notion of “danger,” the jī syllable of wēijī most definitely does not signify “opportunity.”
    The jī of wēijī, in fact, means something like “incipient moment; crucial point (when something begins or changes).” Thus, a wēijī is indeed a genuine crisis, a dangerous moment, a time when things start to go awry. A wēijī indicates a perilous situation when one should be especially wary. It is not a juncture when one goes looking for advantages and benefits.»

    Más claro, agua

  3. Es cierto, mi opinión no tiene una base empírica, ni sensata ni insensata. De todos modos no se necesita ningún estudio para saber que no soy el único que disfruta de la posición que he comentado en mi primer párrafo y también en los barrios que comentas, por muy segregados que estén, decenas de miles de euros serán invertidos?, gastados? empleados?… en cualquier persona por mucha crisis que tengamos.

    Me recomiendas mirar los mecanismos de redistribución a nivel metropolitano pero ¿miraste tú los mecanismos de redistribución a nivel global? ¿Miraste los que había hace décadas? Es cierto que no tenías por qué, era un estudio local. No obstante, los barrios no nadan aisladamente en el éter sino que son parte de algo mucho mayor. Tus comentarios de hecho, como es deseable, buscan o quieren ser generales también pero si te basas solo en algo tan particular para después hablar de lo general, tu razonamiento no tendrá apoyo.

    De tu respuesta se deduce que el párrafo que acabo de escribir será malinterpretado y que no te interesa todo lo que salga de una discusión sobre «espacios de de sociabilidad comunitaria» (¿no es esto un pleonasmo? ¿qué es la sociabilidad no comunitaria?), «espacios mercantilizados» y demás expresiones más bien pedantes. Por mí perfecto. Sería patético ponerme ahora a acusarte de nada por ello pero cuando tienes, Rubén, un interés tan claro como legítimo por la política, quedarse colgado de las alturas de los espacios, las estructuras y las sociabilidades sociables (perdón, comunitarias) sin por ejemplo bajar a la tierra de los incentivos por los que se mueven los individuos o a ningún otro tipo de tierra, quedas en un mal lugar. Tu pensamiento ganará mucho cuando pueda integrar este tipo de cosas. De momento habrá que dejarlo crecer.

    (así, entre paréntesis, aparte de leer en inglés y usar google leo en chino (también en japonés, ya que lo mencionas, aunque desde el principio no pintaba nada en todo esto) y uso baidu . Copio y pego la parte del discurso de Kennedy que comenté: 在汉语里,危机就是由危险和机会两个词组成,即危险意味着机会 )

  4. Así nos ven a nosotros y nuestra crisis en sociedades redistribuidoras desde arriba como la Venezolana

    «España está en crisis económica, pero aquí todo funciona. Las clases más desposeídas están protegidas por la Seguridad Social. No hay invasiones a propiedades privadas, salvo por algunos grupos de gitanos de Europa del este quienes son rápidamente desalojados. A pesar del alto índice de desempleo, prácticamente no se ve gente pidiendo limosna en la calle. Los supermercados están llenos, la escasez es un concepto absolutamente ajeno a los españoles. Las autopistas, carreteras y calles están impecables. Si uno quisiera buscar un hueco tendría que recorrer kilómetros y kilómetros para encontrarlo. Yo he manejado casi mil kilómetros y no he encontrado ni uno. La gente es respetuosa de las normas. Uno puede atravesar un paso de peatones sin voltear, con la seguridad de que nadie lo va a atropellar (intente hacer eso en Venezuela para que vea lo que le pasa). A nadie se le ocurre circular por el hombrillo, ni sobrepasar el límite de velocidad, mucho menos estacionarse en un puesto de discapacitados. Nadie abusa de nadie, no se colea, hay respeto por el prójimo.»

    Carolina Jaimes Branger; Vueltos leña
    Correo del Caroní

  5. Hola,
    Me gustaría hacer algunas apreciaciones al debate.

    Primero.
    Lo que está poniendo de manifiesto Rubén no es que no existan mecanismos de redistribución, es que esos mecanismos se han erosionado y eso ha afectado de manera irremediable a la igualdad de oportunidades (movilidad social). Yo me dedico a la investigación en éste último campo. Medir el impacto de la crisis sobre la movilidad social se nos plantea pronto dada la complejidad de los análisis que hacen falta implementar (necesitamos largas series temporales sobre orígenes y destinos). De lo que no nos cabe duda, y eso es algo que tu pareces dudar, Rafael, es cómo han funcionado los mecanismos de redistribución a nivel global (corrígeme si me equivoco):
    «Me recomiendas mirar los mecanismos de redistribución a nivel metropolitano pero ¿miraste tú los mecanismos de redistribución a nivel global? ¿Miraste los que había hace décadas? »

    Pues de eso ya hay escrito y con evidencias muy robustas. Te recomiendo el último libro de Thomas Piketty, que ya estoy terminando, y que te des una vuelta por esta página:
    http://topincomes.g-mond.parisschoolofeconomics.eu/#Home:

    En resumen: los mecanismos de redistribución de la riqueza en los países desarrollados han ido paulatimente perdiendo su capacidad de igualar las oportunidades de los individuos en las últimas décadas, propiciando que, el que tiene unas altas rentas de capital heredado tengan más posibilidades que el resto de acumular más riqueza. Dicho de otro modo, el mito del «rico emprendedor» que se ha hecho a sí mismo se cae con un volumen ingente de evidencias en muchos países. El sistema no lo propicia. De hecho, lo soslaya. (interesante es también que compares las curvas Pareto-Lorenz de países como Dinamarca, Suecia o Noruega con la de otros países)

    Segundo.
    Lo que expone Rubén en cuanto a los diferenciales de renta es además una constatación a nivel meso (análisis socio-geográfico) de procesos de inmovilidad social de clase, segregación socio-espacial y transmisión integeneracional de la pobreza y la desigualdad, ampliamentes estudiados ya. Quizás, y es lo que me parece más interesante, es cómo aquellos movimientos de innovación social no están sucediendo en aquellas áreas urbanas más castigadas por la crisis. Es decir, las áreas urbanas con una mayor densidad de población de trabajadores/as no cualificados/as. Esto, por otro lado, lo explica también Rubén (corrígeme si me equivoco) asociándolo a los diferenciales de capital cultural: Esos mecanismos de innovación social están bien, pero se limitan a un sector de la población minoritario, insuficientes para provocar cambios sociales de relevancia.

    Redistribuir la riqueza no es convertir nuestro país en Venezuela (harto ya de explicar esto) ni convertirnos en marxistas-leninistas. Redistribuir forma parte del ADN ideológico de la social-democracia europea (fitetú) dado que fue ese movimiento el que puso las bases de lo que hoy se conoce por Estado del Bienestar en una sociedad capitalista. Por tanto, defender que la crisis «es relativa» porque, tanto tú, como yo como Rubén, tenemos acceso a sanidad y educación es tener un diagnóstico muy desenfocado sobre lo que hemos perdido o sobre lo que está en riesgo.
    En ese sentido, y esto ya es una posición político-ideológica en base a evidencias sólidas, soy partidario de defender la extensión de esos derechos como un medio de aprovechar las máximas capacidades de todos los miembros de una sociedad, independientemente de su orígen social. ¿Hay sanidad universal? Sí (con matices en cada CC.AA.) ¿Hay educación pública y gratuita? Sí (pero por debajo de la inversión media de la OCDE y de la UE15). Por tanto, ¿Ha repercutido la crisis en los puntales básicos del Estado del Bienestar en nuestro país? Creo que deberíamos de tener pocas dudas al respecto.

    La demanda por aumentar y extender esos derechos no es sólo legítima sino obligada si nuestra intención es disfrutar una igualdad de oportunidades con la máximas garantías.

    Tercero.
    Sobre cómo las reformas fiscales ayudan a la redistribución de la riqueza creo que daría para otro post.

    Gracias y saludos a los dos,

  6. Para Manuel

    Nunca pretendí poner en duda de que con la crisis muchas cosas han empeorado, no solo los mecanismos de redistribución. Por si esto fuese poco, el capitalismo genera por sí mismo muchas desigualdades como se ha visto recientemente con la moda Piketty y lo cool que era hablar de su libro (gracias por la recomendación pero llevo ya muchos meses leyendo y oyendo sobre ese señor y sus ideas. A estas alturas ya me resulta cargante aunque repito que agradezco tu intención).

    Obviamente me parece muy loable que personas como Rubén y otros muchos recuerden con su trabajo, en su blog… que la desigualdad no es una moda sino algo que sufre muchas personas pero al mismo tiempo, teniendo en cuenta que estas mismas buenas intenciones las veo por todas partes desde hace ya demasiadas décadas y nadie ha encontrado la tecla correcta, todo esto termina sintiéndose como algo vacío e inútil, salvo que seas o quieras ser parte de la lucha política por el poder, claro está. Entonces sí que tiene sentido decir que eres tú el que la encontraste y contigo al mando sonará la música celestial.

    Aparte de esto, no sé a qué te refieres con «rico emprededor», así, entre comillas. Emprendedores a secas hechos a sí mismo siempre los ha habido y habrá. Con la crisis serán menos y/o lo tendrán más difícil pero seguirá existiendo ese minúsculo porcentaje de personas que montan una empresa y salen adelante. La inmensa mayoría, ya lo sabemos, no lo consigue. Esta ha sido siempre la cruda o no tan cruda realidad. Solo se puede hablar de mito, respecto a este tipo de personas, suponiendo que uno emprende y le va todo de maravilla pero preocuparse de esas ideas preconcebidas ridículas o de quienes las cobijan es perder el tiempo.

    Las conclusiones del estudio de Rubén se parecen demasiado a las de esos estudios que prueban científicamente tal o cual cosa (pongamos, que la gente que se ríe a menudo tiende a ser más feliz) pero bastaria una mirada atenta y el sentido común para terminar diciendo lo mismo. ¿De veras es necesario un estudio para decir, por ejemplo, que la innovación social es minoritaria? ¿Ha sido esta mayoritaria alguna vez? Me refiero a innovación social tal y como la entiende Rubén porque ampliando ese concepto hasta donde a uno le convenga entonces sí que se puede decir que sí.

    Al hablar de Venezuela tampoco pretendí acusar a nadie de chavista, simplemente mencionar lo que ocurre en un país redistribuidor nato (si estás cerca del poder se te «redistribuirá» como se suele hacer con los amigos; si estás lejos, con suerte y si haces cola te subvencionarán la comida). Con la peor tormenta económica en cien años hemos perdido tan solo el siete por ciento del barco y tenemos la base lista para recuperarlo todo en los siguientes años. Lo siento por Rubén y los de su cuerda, esos que con cada crisis salen enseguida a decir, tal y como hizo el mismo Marx con la crisis que el capitalismo tuvo en su momento durante aquellos años: «ya está, ya llegó el final» solo para comprobar, años más tarde, que ese capitalismo sigue vivo y coleando, si cabe más fuerte todavía. Si Rubén tiene inteligencia, aprenderá la lección en su momento y cambiará. Si no la tiene, seguirá pensando lo mismo una y otra vez.

    Si este pequeño porcentaje perdido, perfectamente comprobable en las estadísticas es, según tu «tener un diagnóstico muy desenfocado sobre lo que hemos perdido » y la crisis es de veras tan tremebunda que yo no me he enterado, te remito a los comentarios sobre España que ha escrito una venezolana y coloqué más arriba. Si un aumento en las listas de espera de la seguridad social o en el ratio profesor alumno en los institutos, empezar a cobrar a los jubilados por las recetas… es para ti una crisis enorme, ¿qué está viviendo entonces países como Venezuela?

    Por último, estoy de acuerdo contigo, hay que extender los derechos, eliminar la desigualdad… y por su puesto, conseguir la paz mundial y mucho sexo para todos pero cuando no hay nadie en desacuerdo con nosotros dos (en realidad tres porque a ese mismo carro se apunta también Rubén y lo hace cualquiera) todo esto no es más que humo. El quid de la cuestión está en cómo llevarlo a cabo pero de hablar sobre esto se suele cuidar mucho Rubén, por buenas razones.

    1. Hola de nuevo,

      No querría desmerecer tu respuesta, Rafael, pero bien merece que, al menos, te aclare algunas cuestiones. No sé si las ignoras, pero como mínimo las omites en tus palabras. Te pido permiso para tutearte y para tomarme ciertas licencias sarcásticas. No te lo temes como algo personal.

      Que el capitalismo crea desigualdades no es algo que nos lo haya dicho Piketty ahora. Llevamos viéndolo, analizandolo y explicándolo siglo y medio por economistas de uno y otro lado del espectro ideológico. La diferencia siempre ha estado en el mecanismo por el cuál se crea esa desigualdad, las razones: ¿son los ricos merecedores de esa riqueza? ¿es su esfuerzo individual el causante de que haya semejantes niveles de desigualdad? ¿tienden las sociedades capitalistas a ser cada vez más desiguales o, por el contrario, como afirmaba Kuznets, el progreso tecnológico y la competencia reducirían esas desigualdades en función de las capacidades individuales? Ahí estaban las diferencias y es precisamente sobre eso con lo que Piketty ha dado un golpe en la mesa con una de las bases de datos más grandes jamás analizadas.

      Permíteme que te corrija. “Capital in the Twenty-First Century” no es una moda. Es un libro. Y si ya estás harto de escuchar hablar de Piketty, te aconsejo que te vayas haciendo el cuerpo como nos lo hacemos todos los años a la canción del verano, porque su trabajo va a traer cola. Si ya has leído suficiente sobre Piketty, te aconsejo que no leas más sobre él. Lee a Piketty. Si ahora no puedes, no pasa nada. Espera a que lo traduzcan al español. Pero lo que tengo claro es que Piketty no es “cool” como lo fue Escohotado con su “Historia General de las Drogas”. Eso te lo puedo asegurar. Piketty es un zas empírico en toda la boca del pensamiento neo-liberal.
      Por otro lado, pido disculpas por mi metáfora del “rico emprendedor”. Era una manera muy burda de resumir parte de las tesis de Piketty sobre la importancia de la herencia de la riqueza y sobre el orígen de la desigualdad. Me explico un poquito más. Lo que hace el francés es ofreces exhaustivos datos empíricos para resolver el enigma sobre si la desigualdad era algo justificable o no desde el punto de vista moral y filosófico. Tal y como afirmaba el pensamiento liberal, la desigualdad era fundamentalmente fruto del esfuerzo individual y en el capitalismo se acabaría corrigiendo. Se comportaría como una U invertida. Pues no. A los datos me remito. La desigualdad tiende a acrecentarse porque la ganancias del capital, y más durante las crisis, crecen más rápido que las ganancias del trabajo aumentando las diferencias entre los que más tienen y los que menos. Es una “power law” que facilita la generación de riqueza entre los que ya tienen riqueza y obstaculiza la generación de riqueza entre los que no la poseían. Esto no es baladí precisamente porque se basa en series de datos fiscales de más de 150 años. Si llevas leyendo décadas sobre lo malo de la desigualdad y la ausencia de soluciones, quizás, éste era precisamente el libro que estabas esperando. Lo siento. Piketty ofrece, además, una solución global al problema, no sólo un veraz diagnóstico. Podrás estar de acuerdo o no. Pero la da con conocimiento de causa.
      No sólo eso. Es que niego la mayor. No tenemos evidencias de que Venezuela sea una sociedad redistributiva neta, como afirmas. De hecho, no tengo noticia de que lo haya sido ninguna sociedad en la historia de la humanidad. En cambio, sí tenemos evidencias de que fue precisamente en Escandinavia donde se dieron las situaciones de mayor igualdad posible dentro de una economía capitalista. Que no es poco. Y eso no es sólo porque los suecos sean gente rubia con ojos claros que piden las cosas “por favor” y dan “propinas” como la “Hipótesis de la buena gente” de Escohotado (que, oye! también). Lo consiguieron porque realizaron cambios políticos y fiscales que además catalizaron cambios educativos y culturales a lo largo de 40 años. Uno puede agarrarse al “subterfugio mediterráneo” (“nosotros no somos así. Somo latinos”) pero hemos cambiado mucho en las últimas décadas y, además, muy rápido. ¿Quién puede afirmar hoy con rotundidad que un cambio político (desde arriba) no puede generar cambios culturales? Desde luego el cool de Piketty nos dice lo contrario. Los cambios políticos importan. Y mucho.

      Sobre si la crisis es tremebunda o no en comparación con Venezuela me parece, como mínimo, injusta la comparación, caundo no pueril. ¿No es crisis porque en Venezuela lo és más? Pregúntale a alguien de Sudán si considera que lo que está pasando en ese país es crisis o no. No da lugar la comparación porque la distancia que en lo histórico, lo económico y lo político es mucho mayor que la que nos separa de, por ejemplo, Francia, Bélgica o Dinamarca. Por ese motivo creo loable negarse a posiciones conformistas porque “oye, que en Venezuela están peor”. Vivo en Andalucía, en un barrio de 1000€/m2 y, te puedo asegurar ,que para mí la crisis no es “Si un aumento en las listas de espera de la seguridad social o en el ratio profesor alumno en los institutos, etc.”. Y no sigo porque me enfermo. Rafael, sino ves la miseria en calle ni ves como familias enteras de antiguos trabajadores de la obra se ponen a la cola de Caritas, háztelo mirar.

      También desconfío mucho, Rafael ,de aquellas actitudes del “sí-yo-también-deseo-la-paz-en-el-mundo-pero-¿cómo?” porque lo único que me trasladan es una falta total de interés real por la política. Me he encontrado mucho esas actitudes entre los “no-voto-porque-son-todos-iguales” lo cuál les permite disfrutar de una superioridad moral sobre el resto ya que nunca se manchan. No sé si será tu caso. Pero, desde luego, no el de Rubén. No lo conozco personalmente, te lo aseguro. Sólo lo leo. Lo que sí tengo claro es que no fue la actitud diletante con las propuestas políticas las que consiguieron cambios reales (re-a-les digo porque han sucedido en países, en sociedades democráticas y sin cambios revolucionarios). Ése “cómo” que afirmas echar de menos en su discurso o en el del resto, no lo tiene porqué dar Rubén. Ni siquiera yo mismo. Por ahora, sólo lo leerás en algún programa político (cómo lo llevan haciendo décadas en otras partes de Europa) y sólo te faltará tener la capacidad para reconocerlo y eso, lo reconozco, no es neutro. Para eso muchas veces hace falta haber tenido un cierto contacto en el entorno familiar con ciertas ideas y ciertas actitudes que te permitan aprehenderlo adecuadamente. De hecho, muchas veces, como dice Escohotado, es una cuestión de educación. Desconozco si será tu caso.

      Un cordial saludo,

      1. Hola, puedes tutearme cuando quieras, no hay problema. Respecto a lo de tomarmelo por el lado personal, estoy más que curado de espanto, no te preocupes, si no quieres no tomes mucho cuidado en eso tampoco, todo depende de tu educación también.

        El gran valor del libro de Piketty ya ha sido glosado en muchas partes y no voy a repetir nada más sobre eso. Dije que es una moda, ya pasada, pero me faltó añadir la palabra periodística. Lo hago ahora. En el Financial Times se llegó a escribir un artículo solo para comentar cómo ahora quedaba bien hablar de Piketty en las cenas de amigos y lo cargante que empezaba a resultar. Cuando hablé del Piketty cool me refería a eso. En ese mismo periódico por cierto he leído también alabanzas muy bien fundamentadas. Seguramente su libro es, como dices, un «zas empírico en toda la boca del pensamiento neo-liberal» pero sigue siendo un libro de especialistas ignorado por el 99% de la gente. Se pueden hacer todas las conjeturas que se quieran al respecto pero su importancia política real, de momento, está por ver. Siempre tuve la impresión de que el capitalismo era inherentemente desigual. Su libro, con su empirismo sensato, como diría Rubén, viene a confirmar esas impresiones y como no puede ser menos, celebro que alguien apoye mis impresiones de un modo tan contundente.

        En Venezuela un empresario, por ley, no puede ganar más de un 30 por ciento. Esto más un sistema de cambios demencial y una inflación que no pueden controlar ha creado un problema enorme. Cuando allí hay una corrupción a tal nivel, decir que es un país redistribuidor es un sarcasmo e intenté reírme de ello en un comentario entre paréntesis. No obstante, esa y otras leyes ilustran la filosofía que les intenta guiar, sin conseguirlo, porque allí no hay guía de nada y el desastre social es enorme.

        Nunca negaré, porque es evidente, que las normas que rigen la sociedad tienen su influencia pero estas abren o cierran compuertas a corrientes de fondo (las de los impulsos de las personas) que son mucho más poderosas y las que, al final, deciden la partida. En Venezuela por ejemplo hay un mercado de precios libres completamente restringido por ley pero, a pesar de eso, sigue vivo, lo prohiban o no y ahí, por ejemplo, lo que cuenta para los precios es el dólar ilegal, no el del gobierno. En España se quiere o ha querido a veces imitar le modelo escandinavo y su combinación de flexibilidad y normas. Yo también quiero vivir con sus standards y ojalá tengan éxito pero lo cierto es que el copy-paste de leyes entre países tiene un alcance limitado y la cosa no es tan simple.

        Yo nunca dije que aquí no haya crisis, símplemente que es mucho menos de lo que parece para algunos. Tampoco dije y es retorcer mis palabras por tu cuenta, que como en Venezuela están tan mal, aquí estamos bien. Eso sería ridículo. Las distancias entre Venezuela y España son de veras descomunales pero ese país no está en otro planeta y, en lo más básico, comparte con el resto lo suficiente como para que la comparación sea válida. En cuanto a los antiguos trabjadores de la obra, yo te escribo desde La Rioja y hace unos días me comentaba un amigo que conoce a un pequeño empresario, agricultor, que tiene animales pero no encuentra a gente para que se los trabaje.

        Trabajo para no ir a la cola de cáritas lo hay solo que no a la vuelta de la esquina y los sueldos no van a ser de antes de 2007. Eso es a lo que yo llamo crisis española o crisis de país rico. Nuestros padres y abuelos (al menos los míos) tuvieron que emigrar a otros países o del campo a la ciudad, muchos de ellos en un periodo de desarrollo económico como los sesenta. Las cosas nos han ido tan bien que ahora la definición de bueno, aceptable… ha cambiado y eso de tener que marcharse de tu ciudad a otra es… (no lo sé, pon tu el adjetivo). Como a ti, me parece mal que eso tenga que ocurrir pero si comparamos con lo que había antes, parece un mal menor. Podrás hablarme de todas las colas de cáritas que quieras pero seguiré pensando, porque me parece indiscutible, que nunca jamás en la historia de la humanidad tantos seres humanos disfrutaron de tanto bienestar. Como lo que para ti cuenta son las carencias y los objetivos que no se alcanzaron, menuda crisis tenemos entonces, sí, pero es que cuando esos objetivos se logren, otras carencias seguirán existiendo porque el corazón humano es así y un nuevo joven como tú (por entonces ya tendrás mi edad y verás todo de otro modo) seguirá viendo crisis tremebundas y situaciones que denunciar. Llevará razón, tal y como sin duda alguna la llevas tú ahora, pero me temo que, al mismo tiempo, se equivocará por completo.

        La política hoy en día son habas contadas y las posiciones de izquierdas o derechas solo se expresan a través de colectivos marginales como los homosexuales (si eres de derechas permites uniones civiles, si eres de izquierdas les das plenos derechos pero eso es todo). El resto, el núcleo central es básicamente lo mismo. Desde ese punto de vista, sí, no tengo ningún interés en la política ya cortada de antemano y hecha un traje igual para todos. Si te sales del núcleo, ¿dónde vas? ¿A los de podemos, cuando su único mensaje es «vamos a atizarle a los políticos»? ¿A los comunistas, cuando ya hemos visto como las gastan en decenas de países antes que en Venezuela? ¿Te vas más todavía al margen y llegas hasta por ejemplo los comonistas, con o, de Rubén, que ojalá un día venzan para que así se convenzan de lo que realmente son?… Ese «cómo» (cambiar el mundo…) no tiene por qué darlo Rubén pero si lees este blog (yo lo hago regularmente porque me interesa su postura personal y su manera de estar frente al mundo, no porque comparta sus ideas) verás que ya lo ha hecho y muy claramente. A Rubén le encanta pensar y es lo que más me gusta de él porque a mí también. Lo que ocurre es que pensar+juventud es una mala mezcla y en muchos casos todo queda en una especie de onanismo mental. De hecho, cuando hablo su reacción suele ser la de alguien a quien pillaron haciéndose una paja (siempre intelectual, por supuesto): no publica mis comentarios, se coloca por encima de ellos displicentemente y, como mucho, me reserva el papel de papaíto sobre el que se tiene que cagar encima (siempre intelectualmente, por supuesto) y no le culpo, yo haría lo mismo en su caso. Una pena que con el tiempo todos los hijos se conviertan en padres también pero bueno… la vida es así de cruel (o no tanto).

  7. Respecto a la riqueza de las naciones y de dónde viene, en el minuto 13:15 de este video https://www.youtube.com/watch?v=XovckdWCuM8 se aporta un intento de explicación por parte de Antonio Escohotado que, como tal, es uno mas y no agota ni muchísimo menos las infinitas posibilidades de un tema como este tiene. Como teoría explicativa la suya tiene agujeros del tamaño de una galaxia pero, de cualquier modo, lo que cuenta (la gente hace esto o lo otro y el resultado final es lo que vemos en la sociedad) se opone a la línea general que se defiende en este blog (hay que tomar medidas desde arriba y entonces la gente hará esto y lo otro) y por eso mismo creo que merecería ser escuchada también por Rubén. Este, como cualquier otro cerebro bien dotado que se pone a trabajar, busca y crea ideas sólidas, rectilíneas, cristalinas… que se van sustituyendo unas a otras, mejorándose teóricamente hasta el infinito.

    Mientras tanto, la realidad, a la vuelta de la esquina, se ríe ahora a carcajadas de todos nosotros… (sobre esto Maurizio Cattelan podría contar bastante. Recomiendo la entrada en la que Rubén lo menciona, más abajo, en esta misma columna)

  8. La crisis de la educación, la sanidad y el mercado de trabajo en España es conocida. En estos videos se puede apreciar el tamaño del no-se-sabe-qué-puede-ser-eso porque si lo que hay aquí es crisis lo que hay en Venezuela no figura en el diccionario:

    Sanidad: https://www.youtube.com/watch?v=iB2Qdj3WEOs&list=UUAjtgPVAV3rwlu0k5nm-Dcw

    Educación: https://www.youtube.com/watch?v=luA2k5Y6hq0&list=UUAjtgPVAV3rwlu0k5nm-Dcw

    Trabajo: https://www.youtube.com/watch?v=wGj5be3HXrU&list=UUAjtgPVAV3rwlu0k5nm-Dcw

    Lo de ese país es una Dutch disease en fase terminal y no se puede acusar exclusivamente a ninguna redistribución de tanto desastre y tanta ineptitud pero entiendo que solo volviendo a una política de mercado se podría parar el declive. Por si alguien tiene curiosidad, este blog http://distortioland.blogspot.ca/ analiza más en detalle el desastre y el único periódico independiente que todavía funciona es elnacional.com (por aquello del morbo pueden si quieren ver la propaganda goebbelsiana del gobierno aquí http://www.vtv.gob.ve/en-vivo) Sé que esto no tiene nada que ver con este blog porque aquí solo se habla y/o reclama políticas redistributivas bien hechas, no semejante chapuza pero mientras llegan, quizás no está de más conocer más de cerca lo que ocurre en ese país.

  9. Buenas. Esto parece 2004, no por el contenido de los comentarios, pero sí por su extensión, qué bien ver un debate de más de 140 caracteres.
    Una pregunta y un comentario: «La gente más rica no tiene necesidad de innovar socialmente y la gente más pobre no tiene recursos para responder de manera autónoma a sus necesidades». ¿Cuál es la definición en el estudio de innovación social? Lo digo porque creo que «la gente más pobre» tiene sus propios mecanismos de innovación social desde luego no encajan con los mencionados como ejemplo, quizá son más invisibles a nuestros ojos de clase media (a mi me parece que la etiqueta sigue valiendo, al menos en términos relativos a composición social de este estado) quizá se basan más en cuestiones de cuidados… Lo mismo cabría decir de las clases altas, que para mantenerse donde están también llevan detrás toda una compleja ingeniería social que no puede sino llamarse innovación: cambiar para que todo siga igual. Quizá sería más interesante partir de la premisa de que cada clase tiene asociados sus propios dispositivos de innovación/reproducción social y tratar de investigar cuáles son y cómo se relacionan los unos con los otros.

    1. Hola Laura,

      Pues la definición es algo que se ha debatido mucho, no solo en nuestra investigación, sino en la propia literatura sobre el término. He intentado ordenar esas acepciones, si quieres darle un vistazo aquí esta una introducción a eso: http://leyseca.net/enfoques-de-la-innovacion-social

      Por ser la que mejor reconoce el conjunto de componentes que producen la innovación social y por tener en cuenta el territorio, hemos trabajado con el último enfoque que he llamado «dimensión política». La vertiente espacial es algo que se omite de este tipo de análisis, lo cual no deje de ser significativo. Este útlimo enfoque lo tiene muy en cuenta. Por otro lado, el resto de enfoques apenas ofrecen indicadores o una mínima metodología para entender los fenómenos de innovación social. Eso es algo que sí encontramos en el enfoque «dimensión política».

      Sobre lo que comentas «Quizá sería más interesante partir de la premisa de que cada clase tiene asociados sus propios dispositivos de innovación/reproducción social y tratar de investigar cuáles son y cómo se relacionan los unos con los otros.» en fin, me parece un planteamiento buenísimo. Seguramente, daría una complejidad mucho mayor a lo que comento en este texto. Sin duda.

      Saludos
      Rubén

      1. Completamente de acuerdo, Rubén, el planteamiento de Laura es muy bueno y la complejidad a la que lleva es mucho mayor. Una vez allí, uno encontraría nuevos hilos, planteamientos, complejidades… llegando potencialmente hasta el infinito. Nadie lo hace en ningún área de la ciencia y, si se quiere afirmar algo en vez de perderse en ese bosque, en algún momento hay que parar. Hacerlo en física por ejemplo significa afirmar teorías opuestas que en conjunto dejan agujeros del tipo «desconocemos qué compone la mayor parte de la materia del universo». Hacerlo en sociología significa tirar al individuo por la alcantarilla porque te va a fastidiar cualquier modelo y quedarse con mapas de trazo grueso que a duras penas nos terminarán explicando algo.

        A ti y supongo que a Laura, pensar sobre vuestro propio pensar os deja frios pero en las alturas de las «sociabilidades sociales» (perdón otra vez, quise decir, comunitarias) y los «empirismos sensatos» sí que hay al menos una buena temperatura y se puede estar. Cuando se es carne de cañón de papers de revista que solo compran las universidades y que con suerte leerá vuestro examinador en las oposiciones, de textos eruditos, en apariencia o no, que impresionarán al taxista full, ese que siempre te alabará… la mera autoreflexión sobre lo que se hace, elaborada a partir del sentido común, es un lujo que no te puedes permitir.

  10. una muy buena pregunta Laura… me ha hecho reír eso de «parece 2004″… yo me situaría a mí mismo en algun año muy anterior pero no digo más para así volver a 2014 😉

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