Ya ha salido el libro Cultura libre digital. Nociones básicas para defender lo que es de todxs editado por Icaria bajo la dirección de X.Net y Free Culture Forum. La recopilación de textos busca situar de manera muy pedagógica qué es eso de la cultura libre sin entrar en algunos debates actuales (que exigirían un trabajo específico). Los autores son @axebra, EDRI, FCForum, Fernando Acero Martín, Jaron Rowan, Simona Levi y yo mismo.
El libro se puede comprar y/o descargar online en la web de Icaria. Dejo aquí mi texto para que sea más fácil poder comentar, añadir o sugerir ideas.
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LOS CERCAMIENTOS DIGITALES
Amenazas, retos y futuros de las nuevas tierras comunales [1]
“Esta es tú tierra, esta es mi tierra, desde Calahorra hasta Wikipedia” [2]
Fundación Robo
1. ¿Cercamientos?
Los cercamientos (enclosures [3]) fueron una serie de leyes que el Parlamento Inglés ejecutó durante los siglos SXVII y XVIII bajo las que se expropiaron tierras en régimen comunitario (commons), recursos que suponían un medio de existencia para las clases campesinas. Este fue un episodio fundamental para entender el paso de una economía feudal al capitalismo y supuso el desenlace que ya conocemos: la supresión de los medios de producción a las gentes que producían riqueza trabajando la tierra. En un breve párrafo del primero libro de El Capital Karl Marx relata la importancia de este momento de manera bastante ilustrativa:
“En la historia de la acumulación originaria hacen época, desde el punto de vista histórico, todas las transformaciones radicales que sirven de palanca a la clase capitalista en formación; pero sobre todo los momentos en los que las grandes masas de hombres se ven despojados repentina y violentamente de sus medios de subsistencia y lanzadas al mercado de trabajo en calidad de proletarios libres. La expropiación de las tierras del productor rural, del campesino, constituye la base de todo el proceso” (Marx, 2007: 200)
Marx apunta el momento en que son cercados los commons, es decir, bosques, ríos, campos, etc. que gestionaban directamente las comunidades. Es así como los comuneros perdieron su capacidad de sostenerse a través de la explotación de dichos recursos naturales y conformarán una masa proletarizada obligada a ofrecer su fuerza de trabajo para sobrevivir. Este fenómeno discurre en paralelo a dos acontecimientos no menos importantes, el proyecto colonial y la caza de brujas – proceso al que Karl Marx no prestó atención y que Silvia Federici ha estudiado con precisión médica– también caracterizados por el uso de niveles extremos de violencia. Estos procesos desmienten las teorías de los economistas clásicos que explicaron el desarrollo del capitalismo como producto de una serie de acontecimientos “naturales”. La transición de una economía feudal a los primeros estadios del capitalismo (en esos momentos mercantilismo) para nada fue un proceso limpio ni natural, al contrario, fue un periodo violento, repleto de revueltas y brutalidad. Si bien, como nos recuerda Elinor Ostrom, a día de hoy la gestión comunitaria de recursos naturales sigue existiendo y en ocasiones se muestra más eficaz que los modelos de gestión basados en la propiedad pública o privada, el régimen de propiedad comunal ha sido largamente ignorado cuando no invisibilizado institucionalmente.
Vemos así cómo el violento capítulo histórico protagonizado por los enclosures, la colonización de tierras indígenas y la persecución y monitorizacion del cuerpo femenino fue la condición necesaria para asegurar los procesos de acumulación del capital. Si bien con formas, estrategias y con herramientas e injusticias sin duda diferentes, algunos elementos de este proceso amenazan con repetirse hoy en la esfera digital. Hablar de cercamientos digitales es hablar del imperativo de los derechos de propiedad intelectual, de la (fallida en su intento) ley Sinde [4], de las patentes farmacéuticas y sobre el genoma, de acuerdos y leyes empujadas por multinacionales como ACTA o SOPA[5], es “hablar de las campañas militares de expropiación y subordinación a la producción bajo mando, de esas nuevas tierras comunes que continuamente genera y reproduce la cooperación entre cerebros” (VVAA, 2004: 16).
Tomando estas reflexiones iniciales, vamos a contextualizar de manera muy sintética cuáles han sido las decisiones y maniobras que han fijado el interés en controlar y cercar la producción social y cultural que se da en la red. Veremos que se repiten de nuevo las amenazas de los que más tienen y más quieren que sin duda han de recibir una respuesta contundente y organizada. Adelantamos ya que, frente a dichos procesos de cercamiento, han surgido innumerables campañas ciudadanas en defensa de las tierras comunales como prácticas colectivas que de manera ingeniosa construyen arquitecturas cuyo código genético nace diseñado para permitir la réplica (Copyleft). Todo eso es lo que constituye el movimiento por la cultura libre, la defensa de las nuevas tierras comunales de la cultura. A continuación, nos formularemos una pregunta tan obvia como fundamental ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿En qué momento la creatividad social y la producción colectiva ha sido percibida como un recurso cuyo uso y explotación debe ser limitado para quien lo produce?. Después de intentar responder estas preguntas, veremos otras formas de relacionarse con los commons ligadas en la práctica o en la filosofía al movimiento por la cultura libre.
2. Economía del conocimiento
En las últimas décadas, diferentes cambios de orden económico, político y cultural han ido situando al conocimiento como recurso principal en el paradigma de producción actual. El paso de un modelo de producción de base fordista al denominado postfordita ha venido empujado por diversos cambios en las formas de estructurar la ‘cadena de producción’, donde la información y el conocimiento han ido ocupando un papel central así como la necesidad de gestionar adecuadamente estos recursos. La incidencia de las tecnologías de la información, la optimización de los recursos para una producción ‘just in time’, la prioridad competitiva de ampliar la oferta con productos y servicios dirigidos a diferentes perfiles de consumidor, etc. han sido algunos de los fenómenos que han tomado un papel relevante en este período de cambio.
Los ciclos de oferta y demanda clásicos habían sido cubiertos por la producción seriada, y era necesario generar nueva demanda para adquirir ventaja competitiva en la economía global. El sistema fordista parecía haber tocado techo y el ciclo económico se encontraba estancado después de un período de desarrollo acelerado. Tomaba entonces un papel importante situar la producción en nichos de mercado específicos, que desde ese momento correrían en paralelo a la producción homogénea de productos y a las economías de escala. Esto situaba en un lugar destacado a las tareas de marketing y de posicionamiento de la marca de cara a contextualizar la experiencia que rodea al producto o servicio que va a ser consumido. Las tareas de comunicación y de servicio al cliente tomaban un papel relevante y el trabajo relacional se situaba como elemento indispensable para interpelar a los diferentes deseos del consumidor.
De cara a posibilitar esta producción diversificada que pudiera cubrir servicios y productos personalizados era necesario controlar los flujos de información y conocimientos que añaden valor diferencial a la producción. La Nueva Economía ha ido practicando diferentes estrategias con el objetivo de extraer mayor rendimiento a ese conocimiento difuso, convertido ahora en una fuente de riqueza que es necesario explotar. Los regímenes de trabajo flexible y precarizado, donde tiempo y ocio quedan difuminados, permiten poner a trabajar la creatividad de los sujetos, que antes quedaba excluida de la cadena de producción fordista. Gran parte de la teoría del management se ha dedicado a sugerir modelos organizativos que faciliten la difusión de los saberes y conocimientos dentro de la propia empresa; aquello que en otro momento se consideraba improductivo, se percibe hoy como un elemento indispensable que debe ser controlado. Los departamento de I+D han sido los encargados de sistematizar la información y el conocimiento para el sector privado con el objetivo de poder ser competentes en la economía globalizada. La innovación es absoluta prioridad en la agenda económica, y todas estas estrategias permiten acceder a las fuentes creativas que van a facilitar un proceso de innovación continua [6]
Todo este proceso tiene su inicio en Europa a finales de los 70s y a lo largo de los 80s con la llegada al poder de políticas de austeridad neoliberales, cuyas tesis encontraron eco como fórmula para superar la crisis que empezaron a padecer los Estados de Bienestar a partir de la crisis de 1973. Desde mediados de los 80s y principios de los 90s, toda una serie de fenómenos interrelacionados acaban por situar al conocimiento en el centro de la economía: los procesos de reconversión industrial y deslocalización de fábricas, la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), la consolidación de la innovación como máxima competitiva entre Asia, EEUU y Europa junto al paralelo proceso de globalización de la economía e incremento del poder financiero, etc. Una vez desvanecidos completamente los pactos capital-trabajo establecidos durante las democracias de posguerra, la estratagema neoliberal encontraba pocos frentes que paralizaran sus maniobras en la reestructuración del modelo productivo del capitalismo tardío. Esto abrió un nuevo marco que se escenifica durante los 90s comúnmente conocido por denominaciones neutras cuando no laudatorias como New Economy, Sociedad Post-capitalista o Sociedad de la Información. Esta nuevo paradigma socioeconómico esconde en su interior numerosos debates, disputas y luchas respecto dónde, quién y cómo se produce conocimiento y sobre quién, cómo y porqué se apropia y beneficia de él. La reproducción de una economía guiada bajo el principio de escasez y de propiedad privada pese al origen reproducible y común que tiene el conocimiento así como la paulatina precarización y división del trabajo y su consecuente desregulación social, han sido algunos de los frentes de lucha de quienes entendemos el actual orden de cosas como un nuevo estadio de explotación y gobierno vertical del cuerpo social.
3. Capitalismo cognitivo y cercamientos
Autores y autoras como Carlo Vercellone, Antonella Corsani, Enzo Rullani, Franco Berardi, Maurizio Lazaratto, Nick Dyer Whiteford, Emmanuel Rodríguez, entre otros/as, han desarrollado parte de sus investigaciones bajo el eco de lo que denominan capitalismo cognitivo, una visión crítica que nos dota de una mirada política respecto al capitalismo contemporáneo, un modo de producción “que pone sobre la nueva cadena productiva el indeterminado conjunto de mediaciones sociales, que lleva inaugurando y ampliando ciclos de negocio directo desde hace al menos treinta años: desde el cuidado de ancianos, a la atención telefónica, desde la vieja industria cultural a la nueva industria del diseño” (VVAA, 2004:14).
Esta visión, que diseña un enfoque interesante para desarrollar una crítica a la economía política de la Sociedad de la Información, se basa en la denuncia frontal de los sistemas de explotación, privatización y cercamiento de aquellos saberes que la propia sociedad genera en procesos comunitarios que acaban siendo regulados por la lógica capitalista. En el capitalismo cognitivo, los tiempos de producción, consumo y ocio se fusionan en un mismo ciclo, extendiendo el régimen de acumulación a la esfera de la vida y a las parcelas (ya difuminadas) de la experiencia cultural. La maquinaria de la producción capitalista ha ido ampliándose, superando la limitación que tradicionalmente constituían los muros de las empresas y concibiendo la esfera cultural y social como un gran departamento de I+D externalizado. Bajo el capitalismo cognitivo se analiza de manera crítica cómo la centralidad de la producción inmaterial y la necesidad de explotar los recursos básicos que van a posibilitar la innovación han marcado el diseño de los protocolos legales que intentan asegurar ventaja competitiva al sector privado. Es en ese escenario desequilibrado donde:
“los dispositivos de apropiabilidad (principalmente jurídicos) se producen únicamente sobre los productos finales de la innovación (nuevas tecnologías, software, bienes culturales, etc.), precisamente los tramos de mayor valor añadido de un ciclo de trabajo complejo que se ignora o se trata con un absoluto desprecio. Es decir, los millieus innovateurs que antes señalábamos y que se consideran como la auténtica sopa originaria de la producción cognitiva, desaparecen repentinamente frente a los derechos de los laboratorios médicos, las grandes empresas de software y los estudios de grabación” (Rodríguez, 2007: 205)
Las leyes de propiedad intelectual e industrial se sitúan entonces en el centro del debate, ya que son los instrumentos centrales para la privatización del conocimiento que niegan el origen colectiva de su producción. Incluso herramientas de gran utilidad en la producción , archivo y consulta de la red (como Google o Youtube) reproducen procesos de monopolización, control y cercamiento de la capacidad creativa y productiva que atraviesa la red. Como veremos a continuación estos protocolos legales y modos de hacer han sido puestos en cuestión por otras formas de valorizar la producción inmaterial y resultan problemáticos para la emergencia de nuevos modelos económicos más sostenibles y justos. La noción de valor y de propiedad naturalizada bajo las patentes o el copyright, difiere de la que se expresa y experimenta en las ideas y prácticas que forman parte del imaginario presente en la cultura libre.
4. Producción colectiva, comunidad creativa
Una de las cuestiones presentes en los movimientos de cultura libre es el origen colectivo de la creatividad y de la producción de conocimiento que, como hemos visto, son principales motores de la economía actual. Bajo la comunidad creativa no debemos reconocer a una élite de productores o de profesionales del sector, sino al conjunto de comuneros y comuneras, a la cooperación entre cerebros que hace posible la producción cognitiva. Si en la economía del conocimiento todo el mundo es creador/a hay que poder imaginar modelos donde ni se restrinja ni se privatice ese potencial inmanente. Este gran recurso extendido a toda la sociedad se comporta como una fábrica social, un potencial de creación de valor que habita más allá de los muros de la fábrica tradicional y que genera un excedente de producción continuo.
Esta realidad es la que el teórico Yann Moulier Boutang ha descrito utilizando el concepto polinización. La polinización hace referencia a la actividad de las abejas como agentes que distribuyen el polen, cuya práctica productiva supera en varios múltiplos la actividad productora de miel. Las abejas funcionarían como metáfora de la inteligencia colectiva, cuya actividad continua genera plusvalía que quiere ser codificada y controlada a través de la propiedad intelectual e industrial. La fábrica social genera externalidades positivas que no pueden ser valorizadas de forma tradicional; la plusvalía no se pueden medir exclusivamente en términos de producción de mercancías, cuestión que nos lleva a repensar el régimen salarial. Un ejemplo que ilustra esta nueva realidad es la producción colectiva en la red, donde usuarios profesionales y amateurs generan los contenidos que son consumidos por todos y todas y cuya difusión, circulación y capitalización quieren ser gobernadas a través de diferentes directrices que limitan su potencial. Autores como David Bollier señalan que el libre flujo de conocimientos en la red no es percibido por el sistema capitalista como la base productiva que ha de permanecer bajo régimen comunal (commons) sino que le adjudica un precio para dar acceso.
La lógica del libre flujo a coste cero se considera incompatible con un modelo de negocio sostenible, pero esa es precisamente la casilla de salida de los modelos económicos que se pueden generar entorno a la cultura libre y que, si entendemos el verdadero potencial de los commons digitales, cabe seguir pensando y experimentando para crear verdaderas ecologías productivas.
5. ¿Economías basadas en los commons?
La premisa de partida en los nuevos modelos de negocio que entienden la producción colectiva como contexto a nutrir y salvaguardar y no como contexto al que someter bajo nuevos cercamientos, toman la cooperación como régimen natural del mercado. Las experiencias más sugerentes y que han motivado diferentes movimientos que comparten esta naturaleza colaborativa provienen de las comunidades de software libre. Como ya es popularmente conocido, estas comunidades generan una producción colectiva que comparten bajo licencias abiertas, permitiendo el uso y la modificación del código siempre que se respete la misma apertura en la obra derivada. Esto se desarrolla bajo una lógica viral, que generaliza la apertura en las licencias de todas las obras derivadas. La producción total de código conforma el commons del software libre, producido, gestionado y optimizado por toda la comunidad. Este commons sirve como base para diferentes microempresas cuyo modelo de negocio puede basarse en servicios de implementación y de adaptación del software a proyectos concretos. Enzarzada en otro contexto, las industrias culturales tradicionales se nutren de la producción colectiva pero no permiten replicar ni procesos ni resultados, sino que imponen marcos de apropiación. Las industrias culturales se asientan bajo la concepción de la cultura propietaria (economía de la escasez) lejos de la filosofía de la cultura libre (economía de la abundancia).
Algunos autores como Michel Bauwens de la P2P Foundation, hacen alusión a como la lógica del peer to peer configura modelos de negocio que toman como base una producción colectiva. El usuario pasa a ser generador de valor, formando parte de un ciclo virtuoso de producción y consumo del que se beneficia. Bauwens detecta tres modelos diferentes: share economy, commons economy y crowdsourcing economy. En los modelos basados en la ‘share economy’ según Bauwens “las personas forman parte de plataformas participativas donde comparten su expresión creativa. Mientras que la propia participación en su mayor parte no se remunera, los propietarios de las plataformas venden la atención agregada de sus comunidades de usuarios a los anunciantes. Este es esencialmente el modelo de negocio del la Web 2.0, con YouTube como el ejemplo paradigmático” [7]. En los modelos basados en la commons economy –señala Bauwens– “las personas se congregan en las comunidades que producen artefactos comunes, como en el Software de Código Abierto, que están disponibles bajo régimen de propiedad común. Estos artefactos generan los ecosistemas de negocios, con las empresas que generan servicios con valor añadido que pueden ser monetizados. El modelo de Linux sigue esta economía”. Por último, los modelos basados en la ‘crowdsourcing economy’ “las empresas o las plataformas integran la dinámica de participación en su propia producción y cadenas de valor, bajo la forma de trabajo de distribución no remunerado que funciona bajo su control total”.
Pero es en este escenario donde la lógica de cercamientos VS tierras comunales de la cultura toma pleno sentido. Todos estos modelos tienen que atender a los procesos de cercamiento, procesos por los que, como hemos venido relatando, la producción cultural se se ve delimitada para el uso de una industria específica. De las misma forma que veíamos en el paso del feudalismo al capitalismo, en el desarrollo del capitalismo cognitivo se mantiene latente la amenaza de nuevos cercamientos que pueden deshacer el régimen comunal de los commons digitales.
6. Conclusiones: ya vivimos y producimos sin cercamientos
Cuando hablamos de cultura libre hablamos de la producción, explotación y defensa colectiva de las tierras comunales de la cultura. Cuando hablamos de cercamientos digitales, hablamos del conjunto de reglamentos legales que amenazan todo ese ejercicio colectivo. A grandes rasgos, esto es lo que hemos querido situar con mayor detalle hasta aquí. Pero también hemos querido hacer alusión a una cuestión fundamental, tan presente en los commons como en la cultura libre: la explotación de los recursos comunes para beneficio de todos y todas.
Como en sus primeros textos ya lo subrayaba Lawrence Lessig, la cultura libre no es cultura gratis, es más bien lo opuesto a la cultura del permiso. No hay que pensar en cultura libre como espacio que nos empuja a encontrar un modo de supervivencia en otro lugar, no podemos pensar que en el movimiento por la cultura libre elude la cuestión del sustento económico derivándola a la capacidad por encontrar rentas en, por ejemplo, las industrias del entretenimiento. De ser así, restamos parte del potencial político que reside en la cultura libre. Sin olvidar que las tierras comunales históricas estaban formadas por comuneros que las usaban como medios de subsistencia sin que ese disfrute supusiera privatización –cuestión que además les permitía usarlos como herramienta política para intentar no estar sometidos al poder feudal– los modelos de negocio basados en la cultura libre han de dar sustento a quienes producen y a su vez optimizar las balsas del conocimiento colectivo. Esta es una cuestión fundamental en la que hay muchísimo trabajo hecho.
El movimiento Copyleft en su afán por generar commons ha abierto las puertas a nuevos modelos de explotación colectiva de la riqueza que se encuentra inscrita en nuestro acervo cultural. Lo interesante sería pensar si pueden existir estructuras micro-empresariales sostenibles, que puedan mantenerse y generar rentas optimizando en lugar de esquilmando las nuevas tierras comunales. Los modelos de negocio propuestos por las denominadas industrias creativas se han visto ampliamente superados por otras formas económicas que han subvertido los estrictos marcos prescritos por agencias gubernamentales y planes de promoción de las industrias creativas. En Brasil, el movimiento del Technobrega constituye un magnífico ejemplo de ello. Tan sólo en el año 2006 se generaron en torno a 6552 trabajos directos y se generaron más 1,914,868 dólares a través de la venta de entradas. En Rio de Janeiro el Funky Carioca produjo más de 5 millones de dólares en el año 2007. Ambos movimientos musicales prescinden completamente de los derechos de propiedad intelectual, discográficas u otros intermediarios. Han generado redes de complicidad en localidades, barrios y ciudades, han sabido entender a su público y sus posibilidades económicas y además de ser un fenómeno musical sin parangón constituyen un fuerte aglutinador social. Han desarrollado un modelo de economía cultural que no solo no expolia el acervo cultural, sino que mantiene unido el territorio, favorece el acceso a clases desfavorecidas y genera interesantes retornos para los productores. Estos movimientos autorganizados han logrado lo que 200 años de política cultural y económica en Europa nunca han conseguido. El profesor e investigador cultural Ronaldo Lemos junto a otros y otras investigadoras que desarrollan estudios para analizar y comprender mejor dichos procesos, denominan a todos estos movimientos bajo el apelativo “Periferias Globales” englobando, entre otros, la Cumbia Villera (Argentina), Kuduro (Angola) o en impresionante movimiento musical surgido alrededor de los Sonideros en México [8].
Por otro lado, la economía social también nos ha proporcionado magníficos ejemplos de modelos de negocio capaces de conciliar objetivos socio-culturales con la sostenibilidad económica. En el Reino Unido tenemos el Star and Shadow cinema, un cine completamente autogestionado y que rompe con las dinámicas impuestas por las grandes distribuidoras que tan sólo representan los intereses del Hollywood. No hay propietarios, tan sólo socios que se distribuyen el trabajo y los beneficios entre ellos. Como vemos, establecen una relación diferente con el público, entendiendo que no es una ente pasivo o que ha de esperar que el producto se introduzca por grandes vías de distribución utilizando el potencial de internet para construcción de públicos más pequeños y por ello un mercado sostenible. Es importante en este punto señalar la dimensión social y política que este tipo de proyectos pueden desarrollar como en el caso del Instituto Electrocooperativa, una ONG ubicada en Sao Paulo ha publicado y distribuido la música de numerosos grupos que vienen de barrios empobrecidos y conflictivos. Las rentas que generan las giras y conciertos de estos grupos proporcionan un sustento regular a personas marginadas socialmente.
Como mostramos en el Manual de Uso para la Creatividad Sostenible en la era Digital (presente en esta misma publicación) ya podemos señalar infinidad de prácticas, proyectos y redes que trabajan en esta dirección en todos los ámbitos de la producción cultural que además nos facilitan los diferentes modelos que están practicando. Con todo esto estamos en disposición de aseverar que existen modelos de negocio en la cultura que trasciendan los marcos propuestos por las industrias del entretenimiento y que rompen completamente con la lógica de los cercamientos que nos alejan de nuestras tierras comunales. Las amenazas son continuas pero las luchas y las victorias son imparables. Estamos frente a todo un reto, un experimento ya in progress world wide, un futuro deseable.
Notas
[1] El conjunto de ideas expresadas en los contenidos del presente artículo son parte del trabajo de investigación que he desarrollado durante los últimos años en la (ya desaparecida) YProductions A diferencia de los aciertos del presente texto –que se deben a ese trabajo colectivo– los deslices e imprecisiones son responsabilidad mía.
[2] Adaptación de la letra del tema “Esta tierra es nuestra” de Fundación Robo que a su vez es una adaptación del tema «This Land Is Your Land» de Woody Guthrie. No se me ocurría mejor manera de mostrar cómo funciona la producción cultural. Podéis escuchar el tema de Fundación Robo en http://esunrobo.bandcamp.com/track/esta-tierra-es-nuestra
[3] “La propiedad comunal (…) era una antigua institución germánica que continuaba existiendo bajo el manto del feudalismo. Su usurpación violenta (…) empieza a fines del siglo XV y perdura en el S.XVI. Pero entonces se consumó el proceso como acto de violencia individual, contra el que lucha en vano la legislación durante 150 años. El avance del siglo XVIII se revela en que la propia ley (…) La forma parlamentaria del robo es la de las Bills for Inclosures of Commons (Leyes para el cercado de las tierras comunales), dicho en otras palabras, decretos por los que los señores feudales se regalan a sí mismos las tierras del pueblo como propiedad privada, decreto de la expropiación del pueblo” (Marx, 2007:211)
[4] La ley Sinde (bautizada popular y mediáticamente así como mención a la ex-Ministra de Cultura en España Ángeles González Sinde) era la disposición final segunda incluida en el proyecto de ley de Economía Sostenible del 2009. Esta ley criminaliza la lógica natural de la red aludiendo a la regulación de webs y a la protección de la propiedad intelectual. Para más información http://whois–x.net/contra-la-ley-sinde-wert-comparte
[5] Stop Online Piracy Act (SOPA) propuesta de ley que ha causado un enorme rechazo civil en la red y en la calle. Más info en http://sopastrike.com/ y http://www.blackoutsopa.org/
[6] Para un análisis detallado de este proceso y sus efectos en el gobierno de la producción social ver Innovación en cultura (YProductions, 2010)
[7] Todas las citas a Michel Bauwens pertenecen a la charla que ofreció durante el [:D] evolution Summit http://d-evolution.fcforum.net/ Disponible en http://vimeo.com/10709027
[8] Sobre los Sonideros, recientemente se ha editado un libro a manos del grupo de investigación El Proyecto Sonidero que explica con detalle este movimiento, tanto sus formas de organización como el impacto local que está teniendo http://elproyectosonidero.wordpress.com/tag/libro-sonidero/
Bibliografía
Federici, S (2010). “Calibán y la bruja: Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”. Ed. Traficantes de Sueños, Madrid. Disponible en http://www.traficantes.net/index.php/editorial/catalogo/historia/Caliban-y-la-bruja.-Mujeres-cuerpo-y-acumulacion-originaria-2a-Edicion/
Lessig, L (2005) “Por una Cultura Libre. Cómo los grandes grupos de la comunicación utilizan la tecnología y la ley para clausurar la cultura y controlar la creatividad”. Ed. Traficantes de Sueños, Madrid. Disponible en
http://traficantes.net/index.php/editorial/catalogo/coleccion_mapas/por_una_cultura_libre_como_los_grandes_grupos_de_comunicacion_utilizan_la_tecnologia_y_la_ley_para_clausurar_la_cultura_y_controlar_la_creatividad
Ostrom, E. (1990). “Governing the commons: The Evolution of Institutions for Collective Action”. Cambridge, University Press, New York.
Marx, K. (2007). “El Capital” (Sobre cuestiones relativas a la acumulación originaria y a los cercamientos de los commons ver especialmente el Libro I, Tomo III). Ed. AKAL, Madrid.
Rodríguez, E (2007), “La Riqueza y la Ciudad: El gobierno de las externalidades y los commons en las metrópolis globales” en “Producta 50: Algunas relaciones entre economía y cultura”. Ed. YProductions, Barcelona. Disponible en http://www.ypsite.net/proyecto.php?id=3
VVAA (2004). “Capitalismo cognitivo, propiedad intelectual y creación colectiva”. Ed. Traficantes de Sueños, Disponible en http://traficantes.net/index.php/editorial/catalogo/coleccion_mapas/capitalismo_cognitivo_propiedad_intelectual_y_creacion_colectiva
YProductions (2010), “Innovación en Cultura: Una aproximación crítica a la genealogía y usus del concepto”. Ed. Traficantes de Sueños, Madrid. Disponible en
www.traficantes.net/index.php/trafis/editorial/catalogo/coleccion_mapas/innovacion_en_la_cultura_una_aproximacion_critica_a_la_genealogia_y_usos_del_concepto
YProductions (2009), “Nuevas Economías de la Cultura: Parte1. Tensiones entre lo económico y lo cultural en las industrias creativas”. Ed. YProductions, Barcelona. Disponible en http://www.ypsite.net/investigacion.php?id=3
Vamos que nos vamos. Voy a empezar con un clásico, la obligada cita a César Rendueles:
«la tentación de creer que los problemas prácticos se pueden resolver conceptualmente es más fuerte que nunca, y en eso consiste el idealismo que atacaba Marx. […] Los materialistas, en cambio, somos unos pelmazos aguafiestas. No nos convence la idea de que los problemas se desvanecen reformulándolos en términos más interesantes, emocionantes o novedosos. Así que no somos una compañía muy grata para los de la economía del conocimiento, la psicología positiva, las clases creativas, el empoderamiento o la multitud en devenir».
AMÉN.
Sigo.
Por enésima vez voy a insistir en que a la cultura libre le sobra metafísica y le falta materialismo.
Y no, cuando hablo de materialismo no hablo de regurgitar por enésima vez el tema de los «commons» y los «enclosures». Es una auténtica desgracia epistemológica los férreos y persistentes lugares comunes con los que se intenta -con escasísimo exito- sentar las bases de una supuesta cosmología copyleft y/o de cultura libre.
Pero vamos por partes.
Llama poderosamente la atención el hipercitado y anglófilo ejemplo de las tierras comunales. ¿Pero por qué demonios no se intenta aterrizar eso a cosas mucho más cercanas? http://www.diariodeleon.es/noticias/opinion/en-defensa-de-lo-comunal_714533.html
O ya puestos, y en vez de tirar de un Marx con la profundidad de solapa de El Capital… ¿por qué no intentamos profundizar, como hizo Igor Sábada, en los planteamientos de Polanyi y las «mercancías ficticias»?
Recomiendo un libro que es un punto ciego -por incómodo, imagino- en el canon copyleft. Es «Copyrights and Copywrongs» de Siva Vaidhyanathan http://www.adammathes.com/academic/libraries-information-society/copyright.html Básicamente argumenta todo lo contrario a lo que populariza Richard Stallman (¡que osado!): que el copyright no es más que el resultado del balance, el resultado material del intento de equilibrio de distintos intereses contrapuestos: ideales republicanos, libre mercado, y «to promote science and useful arts».
Stallman, en su delirio y sus persistentes y por desgracia exitosas confusiones sobre la propiedad intelectual -al insistir en ver el mundo a través del código de Emacs- siempre afirma que el copyright no tiene nada que ver con balances ni compromisos de ningún tipo, y que en realidad tiene que ver con, glups… la productividad ¿¡!?=> http://www.gnu.org/philosophy/misinterpreting-copyright.html
Stallman y sus acríticos palmeros siempre ha interpretado mál el copyright, siempre (mezclar propiedad industrial e intelectual tiene resultados verdaderamente explosivos), y la catástrofe ha sido aún peor cuando han intentado analizar la realidad del derecho continental y la propiedad intelectual con derechos morales de por medio. Nuestra realidad cotidiana con la SGAE, ni mas ni menos.
Ponernos de hablar de polinización sin ni siquiera esbozar un rudimento de economía política aplicada a los productos culturales es el ruido de fondo de la posmodernidad. Si no hay discurso ni análisis sobre la dicotomía idea/expresión, si se fetichiza la cooperación hasta lugares insospechados, si no hay la más mínima crítica a la financiación estatal de la cultura… pues llegamos a hablar de tierras comunales de la cultura y de sus cercamientos digitales, claro. Que es tanto como no hablar en realidad de nada.
Se mantiene y extiende el casi ubicuo malentendido sobre la cooperación, argumentada y expuesta como el vector central dela Doctrina Google: cooperación argumentada desde el anarcocapitalismo y la ideología californiana.
Venga, acabemos con esas molestas rémoras del pasado que son la propiedad intelectual y los derechos morales. Da igual que los nuevos monopolios sean aún más tremendos que los anteriores (Google, Amazon, Apple…). ¿Qué coño es eso de tener que consultar a un creador/a para utilizar su obra? ¡no se puede poner puertas al campo!; hay que automatizar todo, que mira que bien funcionaron Linux y la Wikipedia con el copyleft… En la utopía digital, todos seremos alegres y ricos.
En el seno del experimento entrópico neoliberal que vivimos la cooperación anarcocapitalista no es más que su corolario activista, la ratificación precaria (en sentido estricto) del darwinismo social postulado desde la cultura subvencionada.
Madre mía…