Archivo de la categoría: conferencias

No diga ideología, diga ADN cultural

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Dejo la presentación «No diga ideología, diga ADN cultural» que hice en las jornadas ideología, política y gestión cultural organizadas por la Fundación Pedro García Cabrera y la Asociación de Profesionales de la Gestión Cultural de Tenerife.

Mi objetivo era explicar porqué usar «soluciones técnicas más eficaces» para responder problemas políticos ha servido para normalizar una forma de gobierno y gestión neoliberal.

La política cultura que se ha implementado en algunas ciudades ha jugado un papel crucial en esos procesos de gobernanza. Dicho en corto: los procesos de normalización y la política cultural son amigos que se conocen de toda la vida. La cultura ha servido para producir una idea de patrimonio, de gusto, de ciudad, de cohesión social. La cultura normaliza. En Barcelona, la cultura ha funcionado como dispositivo de consenso.

Y la pregunta que no está resuelta: ¿qué nuevas normas traen los nuevos valores? ¿qué nuevos procesos de normalización conlleva una gestión basada en el bien común?

La econonomía de la cultura no existe

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Texto publicado en Nativa.cat. También, en versión en català

Para el Fòrum d’Indigestió de 2013, “Indústries creatives, i gestió comunitària, dues maneres de mirar la cultura” preparé dos aportaciones a las preguntas iniciales: Qué es la gestión comunitaria? Qué diálogo establece con la economía de la cultura?. Las dos respuestas, sobre las que dejo a continuación un texto explicándolas, eran muy concretas: la economía de la cultura no existe y siempre hay gestión comunitaria en todo tipo de producción.

1. Economía de la cultura

No existe ninguna cosa que podamos denominar economía de la cultura del mismo modo que no hay un espacio abstracto al cual podamos denominar «economía». Lo que sí existe es la economía política de la cultura. No hay en el mundo ningún sistema de mercado que opere sin intervención pública, que no haga servir ciertos protocolos legales que fomenten y aseguren un tipo de intercambio, que no intente delimitar unas formas de producción, distribución o consumo, que no facilite la entrada de ciertos sujetos sociales y dificulte la entrada de otros (con criterios de clase, género y etnia) o que no esté determinado por factores que escapan al control social como el dinero, el crédito o la forma mercancía. Dicho más fácil: no hay mercados desregulados o no intervenidos. Por eso no hay economía de la cultura, hay economía política de la cultura.

Las ideas de la economía liberal, insistente a la hora de pensar el mercado como un espacio que se produce por parámetros automáticos y donde los sujetos actuamos libremente guiados por la «razón instrumental», son meras fabulaciones. La historia y un análisis materialista de la economía (o la cultura) dejan bastante claro que no encontraremos espacios de intercambio mediados por mercados que sean neutros, apolíticos y –todavía menos– democráticos. Por lo tanto, no hay economía sin política como de hecho no hay economía de la cultura sin políticas culturales. El rumbo histórico de las políticas culturales en Cataluña que han querido fomentar las industrias culturales son un buen ejemplo. Las políticas de la ICIC (Institut Català d’Indústries Culturals) y hechos concretos como, por un lado, las intervenciones exteriores que se hicieron para «vender la cultura catalana» y, por otro lado, la imposibilidad de devolver los créditos que este organismo otorgó, acentúan esta realidad.

Esto lleva a una conclusión bastante clara: no hay una forma de hacer políticas culturales para un mercado preexistente, sino que hay muchas formas de hacer políticas para mercados que se tienen que construir o para mercados que han sido construidos históricamente. Aquí es donde podemos situar la batalla política, puesto que unas intervenciones u otras, tendrán como resultado un tipo de mercados culturales u otros. La idea de «adaptarse» a mercados culturales ya existentes es profundamente política, ni mucho menos una vía «neutra» o la única manera de intervenir sobre espacios económicos. Esto está bastante claro en el discurso de las industrias creativas, comento un ejemplo para situarlo mejor.

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Estado, Mercado y Commons

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A principios del pasado mes de julio, el IGOP (Institut de Govern i Polítiques Públiques) y la Universitat Autònoma de Barcelona organizaron una serie de cursos que ponían el foco de atención sobre los commons. Bajo el título «Els Béns Comuns: una alternativa al Binomi Mercat-Estat?«, el programa estaba dividido en tres áreas diferentes (una por curso) donde los commons han ido ganado especial relevancia durante los últimos años: 1. commons digitales, 2. commons y democracia, 3. commons y economía social. Los asistentes y coordinadores de los cursos acabamos compartiendo aula de debate en una sesión final conjunta titulada «una visión integral de los commons». El principal objetivo de esta sesión era doble. Por un lado, intentar articular los diferentes marcos analíticos y casos de estudio que habían aparecido en los cursos. Por otro lado, entre las presentaciones iniciales, las aportaciones del equipo de coordinación y las intervenciones del conjunto de los participantes, la idea era intentar aportar algunas respuestas a la pregunta  ¿Es posible pensar los commons como la base de un modelo social más justo?.

Para compartir lo que ese día comentamos y para ver si podemos extender aquí la conversación sobre las dudas y reflexiones que aparecieron,  a continuación adjunto el texto de presentación de la jornada, los vídeos e imágenes de las presentaciones, así como algunos comentarios para situar cada una de las intervenciones (la mayoría son en catalán).

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